El secretario de defensa, Lloyd Austin, viajó este lunes a Israel entre expectativas de que presionara al gobierno para que redujera las grandes operaciones de combate en Gaza. Era una nueva prueba de si Estados Unidos podía hacer valer su firme apoyo a la ofensiva para reducir su impacto devastador sobre los civiles palestinos.
Francia, Reino Unido y Alemania, algunos de los aliados más estrechos de Israel, se sumaron a las peticiones globales de un cese el fuego durante el fin de semana y manifestantes israelíes pidieron que se reanudaran las estancadas negociaciones con Hamás sobre la liberación de más rehenes después de que el ejército israelí matara a tres de ellos por error cuando ondeaban una bandera blanca.
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha insistido en que Israel seguirá peleando hasta expulsar a Hamás del poder, aplastar sus formidables capacidades militares y recuperar a los aproximadamente 129 rehenes que aún retienen los milicianos después de su ataque del 7 de octubre, que desencadenó la guerra.
Estados Unidos ha vetado las peticiones internacionales de un cese el fuego y enviado municiones a su estrecho aliado, al tiempo que pide más medidas para evitar el daño a los civiles. En las 10 semanas de guerra contra Hamás han muerto unos 18.700 palestinos, y buena parte del norte de Gaza se se ha convertido en un erial.
Unos 1,9 millones de palestinos -casi el 85% de la población de Gaza- han huido de sus hogares. La mayoría abarrotan refugios gestionados por Naciones Unidas y campamentos de carpas en la zona sur del asediado territorio.
Se espera que Austin, que viajó con el jefe del Estado Mayor, el general CQ Brown, presione a los líderes israelíes para que pasen a una estrategia más precisa, con operaciones dirigidas para matar a líderes de Hamás, destruir túneles y rescatar rehenes.
Bajo la insistencia estadounidense, Israel dio instrucciones de evacuación más precisas este mes cuando sus tropas avanzaron sobre la ciudad sureña de Jan Yunis, aunque los palestinos decían que no había ningún lugar seguro en Gaza porque Israel seguía realizando ataques aéreos en todas las partes del territorio.
Israel también reabrió su principal cruce de mercancías a Gaza para permitir la entrada de ayuda al territorio, otra petición estadounidense. Pero la cantidad que entraba era menos de la mitad de las importaciones antes de la guerra, a pesar de que las necesidades se han disparado, y las agencias de la ONU dijeron que los combates en el sur limitaban la entrega de material en muchas zonas.
Muerte y destrucción sin precedentes
La guerra comenzó con un ataque sorpresa sin precedentes de Hamás que sobrepasó las defensas israelíes. Miles de milicianos asaltaron el sur de Israel y mataron a unas 1.200 personas, la mayoría civiles, además de secuestrar a unos 240 hombres, mujeres y niños.
Hamás y otros milicianos siguen reteniendo a unos 129 cautivos después de liberar a la mayoría de los demás a cambio de 240 prisioneros palestinos liberados por Israel durante una tregua el mes pasado. Hamás ha dicho que no se liberarán más rehenes hasta que termine la guerra.
En respuesta al ataque del 7 de octubre, Israel lanzó una de las ofensivas aéreas y terrestres más letales del siglo XXI.
Más de 18.700 palestinos han muerto, según dijo el jueves el Ministerio de Salud en el territorio gobernado por Hamás en su último reporte antes de un corte de comunicaciones que se prolongó hasta el domingo por la noche.
El ministerio señaló que miles de víctimas más seguían bajo los escombros. Aunque no diferencia entre civiles y combatientes en sus reportes, el ministerio ha dicho que la mayoría de los muertos eran mujeres y niños.
El ejército israelí dice que 126 de sus soldados han muerto en la ofensiva en Gaza. Afirma que ha matado a miles de milicianos, sin presentar pruebas,
Israel culpa a Hamás de las muertes de civiles y le acusa de utilizarlos como escudos humanos al operar en zonas residenciales y populosas. pero el ejército no suele hacer comentarios sobre ataques concretos, que a menudo matan a mujeres, niños y otros civiles.