El Barça disfrutó primero y resistió después para no perder el hilo de LaLiga. Joao Félix consumió su particular revancha ante el Atlético e impulsó al Barça en su mejor partido esta temporada. Una victoria de autoestima que empezó a gestarse en los pies de Joao y se concretó en las manos de Iñaki Peña, héroe a última hora.
Al frío en Montjuïc respondió el Barça con ritmo para no quedarse helado. Fue un arranque prometedor, intenso, con el amor propio que se le presupone a un equipo campeón que no quiere dejar de serlo. Un inicio que no tardó en desmentir que el Atlético sea ahora un equipo con intenciones parecidas al Barça. Los de Xavi proponían y pellizcaban; los de Simeone esperaban en bloque.
El Barça encendía las gradas con juego y ocasiones. La primera de Raphinha, que hizo lo más difícil (un recorte en una baldosa) y falló lo más fácil: un disparo con la derecha que dejó el balón mordido. La presión de los delanteros ahogó al Atlético, que perseguía sombras. El Barça encontró orden en De Jong, Gündo y Pedri, pero el picante lo puso Joao Félix.
El portugués jugó el partido con una mirada desafiante. Con el veneno de la revancha. El motor de su actuación fue algo retorcido -un sentimiento de vendetta- pero su juego transmitió la belleza de siempre. Joao adelantó al Barça con un gesto delicado: un balón picado por encima de Oblak que entró en cámara lenta. Con la elegancia de los grandes.
El gol de Joao Félix provocó una reacción del Atlético, que encontró soluciones en Griezmann. Hermoso avisó con un disparo dentro del área. Y la primera parte se cerró con otra advertencia: Joao Félix no vivirá tranquilo tras el descanso.