La vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris, ha recordado en la COP28 que atajar la crisis climática requiere una financiación de aproximadamente un billón de dólares a lo largo de los próximos diez años.
La ausencia del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la cumbre del clima COP28 ha suscitado interrogantes entre los defensores del medio ambiente y expertos en cambio climático.
Esta decisión contrasta con el discurso inicial del mandatario demócrata, quien asumió la presidencia en 2021 con un fuerte respaldo a la causa ecologista. Sin embargo, las recientes autorizaciones para la extracción de más petróleo en territorio estadounidense han generado dudas sobre el verdadero compromiso del país con su agenda verde.
Ante este escenario, Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos ha tomado la responsabilidad de representar al país en la cumbre climática en Dubái. Desde allí, anunció una significativa aportación de 3.000 millones de dólares al Fondo Verde de Naciones Unidas, un instrumento crucial en las negociaciones internacionales sobre cambio climático.
Este fondo está destinado a ayudar a los países en desarrollo a reducir emisiones y adaptarse a los impactos del cambio climático, siendo un mecanismo esencial para promover proyectos de energías renovables y medidas de mitigación.
Cabe destacar que la última gran contribución de EE. UU. a este fondo se remonta a 2014, durante la Administración de Barack Obama, enfrentando obstáculos para su completa materialización en el Senado. Harris, en su intervención en la COP28, defendió las acciones de su Gobierno, como la instalación masiva de paneles solares y el impulso a los vehículos eléctricos, subrayando la reducción de emisiones como resultado de estas medidas.
A pesar de este anuncio positivo, los 3.000 millones de dólares no se destinan al nuevo fondo de pérdidas y daños establecido en la actual cumbre. Este nuevo instrumento busca compensar a las naciones más vulnerables por los impactos del calentamiento global, y EE. UU. solo ha comprometido 17 millones de dólares para su activación, generando debate sobre las compensaciones y la responsabilidad de los países desarrollados en la crisis climática.
Podrían complicarse las negociaciones
En el marco de la COP28, se busca un compromiso global para triplicar la capacidad de energía renovable en la próxima década, así como duplicar la eficiencia energética. La declaración al respecto cuenta con el respaldo de 117 países, incluyendo a Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Brasil, Australia, Chile, Colombia, el Reino Unido y Canadá. Sin embargo, la ausencia de China, la India y Arabia Saudí entre los signatarios podría complicar las negociaciones en los próximos días.
El debate sobre la reducción de emisiones se intensifica con la iniciativa presentada por Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, comprometiendo a 50 grandes empresas petroleras y gasistas a alcanzar emisiones netas cero de dióxido de carbono en 2050.
Aunque este gesto es considerado un «importante progreso» por la presidencia de la COP28, más de 300 organizaciones critican la falta de compromiso para reducir la producción de petróleo y gas, argumentando que es la única solución efectiva.
Además, la industria nuclear busca destacar en la lucha contra el cambio climático, con 21 países, entre ellos EE. UU., comprometiéndose a triplicar su capacidad nuclear para 2050. Aunque no se discute explícitamente en la COP28, la energía nuclear sigue siendo un tema de debate en los márgenes de la cumbre.
En resumen, la ausencia de Biden, la ambiciosa aportación de Harris al Fondo Verde y los diversos compromisos en la COP28 reflejan la complejidad de las negociaciones climáticas internacionales, marcadas por la urgencia de abordar la crisis ambiental y la necesidad de compromisos concretos por parte de los países más poderosos.
