Hay más conciencia social, más leyes, más estadísticas y una respuesta estatal más presente, pero aún así la violencia feminicida se mantiene en la región. Por eso también hay más gritos que exigen que se detenga.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) diagnosticó en su último reporte la persistencia del problema en 26 países y territorios: una mujer es asesinada por razones de género cada dos horas.
En 2022, las víctimas latinoamericanas de feminicidios sumaron 4.050, según las cifras entregadas por los Estados, publicadas esta semana con ocasión de la conmemoración el sábado del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Pero los colectivos aseguran que esta lacra es mayor de lo que evidencian los datos oficiales.
“Por el derecho a vivir de todas las mujeres», gritaba el sábado un grupo de mujeres brasileñas en la playa de Copacabana de Río de Janeiro.
“¡Basta!”, exigían con los nombres de algunas de las víctimas a sus pies acompañadas de zapatos sin dueña.
Estos asesinatos son, en palabras de la Cepal, “la expresión extrema de la desigualdad, la discriminación y las múltiples formas de violencia contra las mujeres y las niñas”.
De ahí que, como cada 25 de noviembre, las voces crispadas se multipliquen y se convocaran marchas y manifestaciones de uno a otro extremo del continente.
A más de 8.000 kilómetros de las playas de Río de Janeiro, en Ciudad de México, las protestas iniciaron el viernes por la noche con la plaza principal de la capital del país transformada en un ‘cementerio’ de mujeres.
Colectivos feministas cubrieron parte del Zócalo, frente a la sede presidencial, de cartones rosas que simulaban lápidas. Donde debía leerse el nombre de la difunta aparecía la palabra “feminicidio”. El singular panteón, decorado con veladoras y carteles en recuerdo de las mujeres asesinadas en el país, lanzaba una exigencia silenciosa de justicia.
En otro acto reivindicativo, en el campus central de la Universidad Nacional Autónoma de México decenas de personas “intervinieron” siluetas violetas de mujeres con el puño en alto recortadas en madera en las que escribieron lemas o donde colocaron fotografías de las ausentes y con las que muchas marcharían este sábado en las manifestaciones previstas durante el día.