El presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, llegó a Panamá para una reunión de trabajo con su homólogo panameño, Laurentino Cortizo, en la selvática provincia de Darién fronteriza con Colombia, donde los mandatarios centroamericanos tratarán el desbordante flujo de migrantes en tránsito a Estados Unidos.
Ambos países, que comparten una frontera, piden respaldo internacional abrumados por la llegada sin precedentes de migrantes desplazados. En lo que va del año, más de 400.000 personas han cruzado la jungla del Darién, cuando en 2022 fueron 250.000 movilizaciones.
Chaves fue recibido en el aeropuerto por la canciller panameña, Janaina Tewaney, quien dijo que las dos naciones “tienen visiones muy similares con relación a la migración” y que tienen una “coordinación muy efectiva”.
Según Tewaney, Panamá mantiene conversaciones con Venezuela —de donde proceden la mayor cantidad de migrantes— y con otros países como Ecuador y Colombia, que registran también un importante números de desplazados. “Seguimos en la posición de que corresponde a algunos de esos países tomar medidas que realmente impacten y desincentiven esa migración”, subrayó.
Chaves y Cortizo sostendrán una reunión en la capital panameña y, posteriormente, viajarán a la provincia de Darién y “sobrevolarán la región fronteriza con Colombia, específicamente en los puntos donde se registra el ingreso de miles de migrantes procedentes del sur del continente”, dijo la Presidencia panameña en un comunicado.
Tras el sobrevuelo, los mandatarios visitarán una estación migratoria en la que el gobierno panameño recibe y registra a los migrantes y organiza el transporte terrestre para que viajen en autobuses hacia la frontera con Costa Rica, donde siguen su camino hacia Norteamérica.
Los dos países acordaron desde antes de la pandemia de coronavirus un plan que ha permitido el paso de personas a través de su frontera común, aunque el creciente flujo migratorio les llevó a reconocer que se encuentran desbordados y a pedir ayuda a los demás estados ante el impacto del fenómeno en sus comunidades fronterizas.
Panamá y Costa Rica acordaron trabajar juntos para enfrentar los desafíos humanitarios y de seguridad que conlleva el aumento histórico de migrantes que ha sobrepasado las cifras récord del año pasado.