En la Eucaristía del vigésimo cuarto domingo del Tiempo Ordinario, se destacó la importancia del perdón en nuestra vida. Durante su mensaje, destacó que, “La Iglesia tiene que ser el rostro de la misericordia de Dios para que el mundo conozca que es posible el amor y en el amor, el perdón”.
Se explica el riesgo de creernos buenos; “Para experimentar la necesidad de perdón, necesitamos ser conscientes de nuestros pecados; sin conciencia de pecado, nos creemos buenos y que no necesitamos pedir perdón y si nos creemos buenos, lo que hacemos es exigir a los demás que también lo sean…la persona que se cree buena no es capaz de tratar de comprender el dolor del pecador” detalló.
Sobre esto, amplió que, “Alguien que se siente fuerte, no es capaz de comprender la fragilidad del débil. Sin experiencia del propio pecado, Qué difícil es comprender el de los demás y sentir compasión”.