Los niveles de agua en el lago Titicaca –el lago navegable más alto del mundo y el más grande de Sudamérica– disminuyen rápidamente después de una ola de calor invernal sin precedentes. La impactante reducción afecta al turismo, la pesca y la agricultura, de las que dependen los lugareños para ganarse la vida.
“No sabemos qué haremos de aquí a diciembre porque el agua seguirá bajando”, dijo Nazario Charca, de 63 años, que vive en el lago y trabaja transportando turistas por sus aguas.
Los visitantes se han sentido atraídos durante mucho tiempo por las aguas azules y los cielos abiertos del lago más grande de Sudamérica, que se extiende a lo largo de más de 8.200 kilómetros cuadrados a lo largo de la frontera de Perú y Bolivia.
A veces descrito como un “mar interior”, es hogar de comunidades indígenas aymaras, quechuas y uros y se encuentra a una altitud de alrededor de 3.800 metros en la cordillera central de los Andes, lo que lo convierte en el lago navegable más alto del mundo. La altitud extrema también expone al lago a altos niveles de radiación solar, lo que aumenta la evaporación y constituye la mayor parte de su pérdida de agua.
Más de tres millones de personas viven alrededor del lago y dependen de sus aguas para pescar, cultivar y atraer turistas que impulsan la economía de una región que de otro modo estaría marginada.
Ahora el lago corre el riesgo de perder parte de esa magia.
Si bien se sabe que los niveles del agua fluctúan cada año, estos cambios se han vuelto más extremos debido a la crisis climática. Una ola de calor invernal sin precedentes causa un aumento de la evaporación y una disminución de los niveles de los lagos, según el meteorólogo de CNN Taylor Ward, empeorando los déficits de agua provocados por la sequía.
Sixto Flores, director en Puno del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología de Perú (Senamhi), dijo a CNN que las precipitaciones allí fueron un 49% menores que el promedio desde agosto de 2022 hasta marzo de 2023, período que incluye la temporada de lluvias durante la cual los niveles de agua suelen recuperarse.
Flores explicó a CNN que para diciembre los niveles de agua se encaminarán hacia los niveles más bajos registrados desde 1996 si el lago se evapora al mismo ritmo que lo hace normalmente en los próximos meses, lo que calificó de “muy grave”.
Esto es parte de una “disminución gradual” en los niveles de agua en el lago en los últimos años, según Flores, y un estudio reciente que examinó imágenes de satélite de 1992 a 2020 mostró que el lago Titicaca pierde alrededor de 120 millones de toneladas métricas de agua por año que, según los autores, se debe principalmente a cambios en las precipitaciones y la escorrentía.
Las comunidades que dependen de la pesca luchan a medida que los bajos niveles de agua se suman a problemas crecientes: la disminución de las poblaciones de peces debido a la contaminación y la sobrepesca.
La agricultura también se ha visto afectada por la sequía y las autoridades regionales han informado que los cultivos han sufrido gravemente en la última temporada de cosecha. La gran mayoría de los cultivos de quinua y papa, ambos productos básicos locales, se han visto afectados, al igual que la avena utilizada para alimentar al ganado.
La economía turística también se vio perjudicada después de que los barcos utilizados para transportar a los visitantes alrededor del lago quedaron varados cuando las aguas retrocedieron.
«Estamos muy preocupados, sobre todo, porque el nivel del agua está bajando mucho en este momento», afirmó Jullian Huattamarca, de 36 años, que vende textiles de fabricación local a los visitantes de la isla de Taquile.
«Queremos que regresen los turistas, especialmente los extranjeros», afirmó.
La región de Puno, que abarca la totalidad del lado peruano del lago Titicaca, es conocida desde hace mucho tiempo como una región subdesarrollada y marginada del país.
Más recientemente, la economía se ha visto golpeada por los efectos de la pandemia de covid-19 y una ola de malestar social. Puno se convirtió en el epicentro de manifestaciones que pedían la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, algo que se sumó a la indignación generada por décadas de desigualdad, acusaciones de corrupción y estancamiento del nivel de vida.
Huattamarca le dijo a CNN que los visitantes no viajaron a la región durante las protestas. «Tenían un poco de miedo de ir», aseguró.
Además, según Huattamarca, que muchas personas han abandonado la zona en los últimos años, particularmente durante la pandemia.
«Tenían que hacerlo, no tenían suficiente dinero para cubrir necesidades básicas como alimentos», afirmó.
Y la historia reciente sugiere que la sequía actual podría empujar a más personas a abandonar sus hogares, ya que una sequía anterior en 1991 provocó oleadas de migración cuando la economía de subsistencia colapsó debido a la falta de alimentos.
Para otros, como Charca, la sequía altera su forma de vida. Charca es parte del grupo indígena de los Uros, que viven en islas hechas de totora seca que flotan en el lago. Durante siglos, los Uros han tejido las cañas en islas, además de utilizarlas para construir edificaciones y barcos, pero a Charca le preocupa que los niveles más bajos de agua signifiquen que haya menos cañas disponibles.
“Nos va a seguir afectando, no habrá más totora, las islas se están deteriorando, eso es lo que nos preocupa”, dijo Charca a CNN.
Mirando hacia el futuro, es difícil ver un respiro.
Actualmente está en marcha El Niño, un fenómeno natural caracterizado por temperaturas más cálidas de lo normal en el océano Pacífico tropical que puede alterar enormemente el clima en el continente.
Grinia Ávalos, subdirectora de climatología del Senamhi, dijo a CNN que se espera que estas temperaturas más cálidas continúen al menos hasta febrero de 2024.
“Estas condiciones contribuirán a que haya menores niveles de lluvia en la región andina”, afirmó.
Para Connor Baker, analista de International Crisis Group, la situación requiere acciones a largo plazo para proteger a quienes dependen del lago.
«Si bien las fluctuaciones del lago se han relacionado con la variabilidad climática y las oscilaciones naturales, la influencia exacerbante del cambio climático aumenta la necesidad de estrategias de gestión sostenidas», comentó a CNN.
«Las comunidades locales que dependen del lago para ganarse la vida son particularmente vulnerables, lo que subraya la urgencia de abordar los desafíos que plantean las fluctuaciones más intensas en el nivel del agua».