“Gracias a Dios estamos con vida. Es una segunda oportunidad y hay que aprovecharla”, dijo Eugenio Aros.
Su amigo y compañero Ismael Lemus agrega que “hicimos un pacto de por vida, porque los dos nos salvamos. Estuvimos a punto. Yo perdí el conocimiento… me revivieron en Puerto Harris”.
La historia de ambos y la resolución de lo que les sucedió es de esas historias que difícilmente se repiten en la vida.
Ambos pescadores artesanales llevaban casi dos meses embarcados extrayendo centolla a bordo de la lancha Cóndor II, cuya temporada partió en julio.
En el diario Las Últimas Noticias , Lemus contó que “íbamos navegando hacia Punta Arenas porque teníamos que recoger a un tripulante, cuando ocurrió el accidente. La cañería, que tiene un espesor de tres pulgadas, y que se usa para enfriar el motor, se rompió. La embarcación no resistió tanto flujo de agua y demoró entre cinco y siete minutos en irse a pique”.
La Cóndor II se hundió frente a Punta Kelp, cerca de Isla Dawson y a un paso de las gélidas aguas del Estrecho de Magallanes. Todo sucedió de forma tan rápida que los dos tripulantes apenas alcanzaron a dar aviso y salvar uno de los chalecos salvavidas. Todo el resto se hundió con la embarcación.
Aros y Lemus se alcanzaron a subir a los bidones de petróleo que llevaban como reserva. Y ahí, tratar de mantener la calma. “Yo sabía que andaban otras embarcaciones a la caza de la centolla, podía ser que nos vieran, era mi esperanza”, relató Lemus a LUN.
El llamado de emergencia fue escuchado por Sandro Cárdenas, quien tiene varias embarcaciones y conocía a los dos pescadores que estaban a la deriva. Así, dio aviso al resto de sus lanchas para ubicarlos.
Quien los encontró fue Sebastián González, primo de Cárdenas, y dueño de la Macarena II, quien era el más cercano de los pescadores que se encontraban relativamente cerca del sector.
Los encontró con hipotermia, a duras penas se pudieron subir a la nave. Una vez a bordo, les entregaron ropa seca, y encendieron la cocina para abrigarlos. “Fue complicado el rescate. Hacía frío, caían chubascos de nieve. Yo creo que fue un milagro”, dijo González.