La migrante catracha, Mayuri Ramírez, abrió una escuela para hijos de migrantes solicitantes de asilo en la frontera sur de México, que afronta de nuevo un repunte en el flujo migratorio y un récord de peticiones de refugio.
Ramírez, quien es maestra de profesión, expuso en una entrevista que el único propósito con el que abrió la escuela es atender a los niños de las madres migrantes ante la creciente llegada de miles de personas a Tapachula, en la frontera con Guatemala.
“Estamos con un grupo de niños, con una escuelita de la Comar (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados), que son los niños que traen las madres de las personas que asean el mercado”, explicó la docente a EFE.
UNA ENSEÑANZA ENTRE UN RÉCORD DE PETICIONES
La escuela de Ramírez responde al récord de casi 75.000 solicitudes de asilo que recibió en el primer semestre del año la Comar del Gobierno de México, que espera cerrar el año con una cifra inédita de 150.000 de peticiones.
Más de la mitad de las peticiones, el 52,5 %, ocurren en Tapachula, donde los migrantes hacen filas bajo el sol o duermen en las calles ante la saturación de los servicios.
“Hemos decidido abrir la escuelita para que ellos estén en un ambiente agradable, para que no estén debajo del sol y se mantengan en un solo lugar para mayor seguridad, porque aquí hay bastante gente que son solicitantes de asilo y (es) para todos los niños que quieran venir”, comentó la maestra hondureña.
El Instituto Nacional de Migración (INM) reportó en 2022 el “rescate” de casi 747.000 migrantes en situación irregular, de los que más de 110.000 eran menores de edad, entre ellos 14.270 no acompañados.
El aula está en un local al interior del mercado “Laureles”, donde se concentra el mayor flujo de solicitantes de asilo en Tapachula.
Ahí han colocado cajas de cartón y las han extendido en el piso para sus actividades porque carecen de mobiliario escolar.
Además, han improvisado un pizarrón a base de papel para enseñarles el abecedario y sus actividades escolares. Actualmente cuenta con 10 niños hondureños y tres haitianos, pero la profesora confía en que en los próximos días puedan integrarse más porque apenas están abriendo la escuela para niños migrantes.
En Honduras, esta maestra se dedicaba a dar clases de nivel prebásico y tenía una tienda de granos básicos con la que subsistía, pero las pandillas de las maras la extorsionaron, no pudo pagar la cuota que le pedían a cambio de no matarla y migró a México.