Uno de los voluntarios que reabastece las estaciones con galones de agua dijo que, en una de sus rondas, comprobó que 12 de las 21 que suele mantener ya no están. En una comparación de imágenes de Google Maps de los últimos dos años, The Associated Press confirmó que algunos habían desaparecido.
Mientras gran parte del sur de Estados Unidos vive una de las peores olas de calor de su historia este verano, autoridades y activistas del sur de Texas buscan desentrañar un misterio en la árida frontera con México: la desaparición de tanques de agua que un grupo de derechos humanos había colocado estratégicamente para salvar la vida de migrantes extraviados que viajan a pie.
No es fácil que se pierdan barriles de ese tipo: son azules, de 55 galones (208 litros), están etiquetados con la palabra ‘AGUA’ pintada en blanco, en letras mayúsculas y llegan más o menos por la cintura de una persona. Destacan entre la maleza y pesan casi 100 libras (unos 45 kilogramos) porque están llenos de galones con agua.
Encontrar las causas de su desaparición va más allá de resolver un misterio e implica salvar vidas humanas.
Las temperaturas de verano pueden subir a 110 grados Fahrenheit (43.3 grados Celsius) en el escasamente poblado condado de Jim Hogg en Texas, con sus vastos e inhóspitos ranchos. Los migrantes, y a veces los traficantes de personas, toman una ruta a través de este condado para tratar de eludir un puesto de control de la Patrulla Fronteriza en una carretera más transitada a unas 30 millas (48 kilómetros) al este. A más de 60 millas (96 kilómetros) de la frontera entre Estados Unidos y México, puede tomar varios días caminar hasta allí para los migrantes que pueden haber pasado semanas cruzando montañas y desiertos y evitando la violencia de los carteles.
“No podemos darnos el lujo de perder tiempo en lo que hacemos”, dijo Rubén Garza, investigador de la oficina del sheriff del condado de Jim Hogg. Las lágrimas corrían por su rostro al recordar haber ayudado a localizar a un migrante desaparecido que sufrió un golpe de calor y pidió ayuda, pero murió poco después de ser rescatado.
El recuento exacto de las personas que mueren es difícil de determinar porque las muertes a menudo no se registran. La Organización Internacional para las Migraciones de las Naciones Unidas estima que casi 3,000 migrantes han muerto al cruzar de México a Estados Unidos, ahogados en el río Grande (llamado río Bravo en México) o por falta de refugio, comida o agua.
Desde la década de 1990, grupos humanitarios empezaron a colocar agua para los migrantes en varios puntos del lado estadounidense de la frontera con México, luego de que las autoridades comenzaran a encontrar los cuerpos de quienes sucumbieron a las duras condiciones climáticas.