El obispo nicaragüense Rolando José Álvarez cumplió el 4 de agosto un año desde que autoridades policiales iniciaron una jornada de acoso en su contra, al encerrarlo en la Curia Arzobispal. El asedio se extendió hasta el 19 de agosto de 2022, cuando los agentes lo sacaron por la fuerza en horas de la madrugada.
El gobierno acusó a Álvarez, de 56 años de edad, de los delitos de traición a la patria, obstrucción de funciones, desobediencia en perjuicio de la sociedad nicaragüense y difusión de noticias falsas.
Finalmente fue condenado en febrero de 2023 a 26 años de cárcel en un juicio “exprés”, según lo catalogaron organizaciones como el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más.
El abogado Yader Morazán dijo a la Voz de América que pudo documentar una serie de irregularidades en el proceso del religioso, entre ellas la falta de acceso a la acusación.
“Lo más relevante es que su abogado (defensor) ni tuvo siquiera acceso a la copia de la acusación y que fue condenado en ausencia a 26 años, algo que nuestra legislación prohíbe”, explicó Morazán.
De acuerdo con el artículo 124 del Código Procesal de Nicaragua, las partes involucradas en una acusación podrán “obtener a su costa copias de las actuaciones judiciales sin ningún trámite”.
El gobierno de Nicaragua no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios de la VOA sobre las denuncias de irregularidades en el proceso del obispo.
Una piedra en el zapato
El caso de Álvarez ha sido emblemático durante el año de cárcel que ha sufrido, aseguran los expertos. En dos ocasiones, el religioso se habría negado a ser desterrado por el gobierno del presidente Daniel Ortega.
La primera fue en febrero, cuando más de 222 presos políticos fueron liberados pero desterrados, con sus ciudadanías canceladas, y tuvieron que ser acogidos por Estados Unidos. La segunda ocasión fue a inicios de julio.
“Yo no sé qué piensa este señor (obispo), que frente a una decisión del Estado nicaragüense, dice que él no acata una resolución de un tribunal de justicia del Estado nicaragüense que lo está mandando a irse del país y, total, no podíamos enviarlo», declaró Ortega en febrero.
Martha Patricia Molina, una investigadora nicaragüense que ha documentado los casos de abusos contra la Iglesia católica, dijo a la VOA que es la primera vez que un obispo es encarcelado en Managua, aunque recuerda que en 1980, cuando el país se encontraba sumergido en una guerra civil, otro religioso fue “secuestrado” y expulsado del país.
“En la década de los 80 (los sandinistas) secuestraron por varias horas a monseñor Pablo Vega y posteriormente lo expulsaron. No se atrevieron a encarcelarlo”, alegó Molina.
Monseñor Vega fue acusado por el gobierno sandinista de apoyar a grupos armados que pretendían acabar con la revolución de ese entonces.
“En lo personal, temo por la vida del obispo Rolando José. La dictadura esta buscando como aniquilarlo”, indicó Molina, quien añadió que «este ha sido un año de infamia, ilegalidad, y delincuencia estatal porque en ningún momento se le respetaron sus derechos constitucionales y humanos”.
El sacerdote de Matagalpa, Erick Díaz, quien trabajaba de la mano del obispo Rolando Álvarez antes de exiliarse en Estados Unidos, explica que el religioso tiene como característica su “sabiduría” y a su criterio lo ha hecho tomar decisiones como el de seguir en Nicaragua.
“Monseñor Álvarez es de acciones concretas, lo que cree no lo hace por capricho o porque sea dueño de la verdad, sino porque ha sido bien reflexionado y porque es algo que ya lo oró y lo siente en su corazón. Verdadero profeta de los tiempos modernos”, señaló Díaz.
El papa Francisco, quien se ha referido en varias ocasiones al caso del obispo Álvarez, dijo en una entrevista a la revista española Vida Nueva, que seguía tratando de negociar su liberación.
Nicaragua vive una crisis política desde 2018, cuando surgieron protestas contra el presidente Daniel Ortega.
El mandatario nicaragüense asegura que las protestas fueron un intento de golpe de Estado contra su gobierno, y ha acusado al clero de confabularse contra la oposición. De igual forma ha llamado «demonios con sotana» a los sacerdotes.