La poesía, ese arte de las letras que enamoran y que cuentan una realidad alterna, es un don que no es para cualquiera, solamente para las mentes brillantes.
El Festival Internacional Tegus Sí Canta, rinde homenaje al escritor hondureño José González, uno de los máximos exponentes de la poesía nacional.
González, una especie de gurú de jóvenes escritores a los que anima, corrige, coscorronea, vuelve a animar, vuelve a corregir, vuelve a coscorronear, también ganó el Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa”, es promotor cultural, autor de más de treinta y dos obras y coleccionista de fotografías antiguas.
Aunque nació en La Lima, vive desde siempre en La Paz, ciudad que estaría dispuesta a cualquier cosa, hasta de iniciar la tercera guerra mundial, con tal de no dejar ir.
Pues bien, ese poeta con barba de profeta o de guerrillero jubilado, recibió un homenaje en la Casa de la Cultura. Allí estaban alumnos del Centro Básico “Ramón Rosa” y cadetes de la Academia de Policía.
González, además, fue acompañado por los poetas Luz Mary Giraldo (Colombia), Aura Guerra-Artola (Nicaragua) y Heber Sorto (Olanchito, el poeta niño, como le llama cariñosamente el homenajeado).
PATRIMONIO HONDUREÑO
“José González no solo es patrimonio de La Paz; es de toda Honduras. Su aporte a la cultura del país es valiosísimo, inigualable. Es un honor para nosotros organizarles este sencillo pero significativo homenaje”, dijo Carmen Velásquez, directora de la Casa de la Cultura.
“El poeta González es como un padre literario para mí. Desde que yo era un muchacho prácticamente me adoptó como discípulo. Fue muy exigente conmigo, me daba libro tras libro para que los leyera y eso es algo que yo nunca dejaré de agradecerle”, dijo Heber Sorto.
La sala se llenó de canto de pájaros (versos de Luz Mary Giraldo): “Piden un canto de pájaros, un arco iris en palabras”; de maullidos de gatos (versos de Aura Guerra-Artola): “Desde que enviudé me dicen La señora de los gatos, pero solo tengo dos”; de vuelo de mariposas (versos de Heber Sorto): “Crecí imaginando mariposas en las bisagras de la casa”.
Yo leí el relato de Messi, cerrá un rato los ojos, con la esperanza de que los jóvenes policías capturaran a los asesinos.
La tarde, sin embargo, fue del homenajeado.
“Todo lo que hay en la vida se puede convertir en poesía. Yo transformo en versos lo cotidiano”, se arrancó José González.
(Por cierto, gracias por dedicarle La mujer que madruga a mi esposa).
El poeta nos hizo reír con sus anécdotas y luego, con su voz grave, leyó sus poemas y nos robó el corazón. Cosa que ya es una costumbre en él…