Los miembros de la Iglesia Católica que peregrina en Honduras, que vive «los gozos y las alegrías, las penas y los dolores» de aquellos a quienes sirve y acompaña, ante la ola de violencia que se ha intensificado y recrudecido en los últimos días, pero que lamentablemente no hemos podido parar desde hace muchos años, hacemos nuestro el profundo dolor que viven tantas familias a causa de la pérdida de sus seres queridos, así como de aquellos que se sienten amenazados. Les aseguramos nuestra cercanía fraterna y nuestras oraciones.
Por esta razón, nos pronunciamos enérgicamente contra todo tipo de violencia y de alteración del orden social, y hacemos un llamado a las autoridades competentes a reconsiderar y, si es necesario, cambiar las estrategias de seguridad en el país. Porque una cosa es clara: NO están dando los resultados esperados.
Al pensar en tantos muertos, no se trata únicamente de cifras: son vidas humanas, y muchas de ellas son niños de muy corta edad. La espiral de violencia que estamos sufriendo es el resultado de arios de injusticia, de corrupción sistemática y de la indiferencia con la que se han visto las raíces del problema.
La violencia recrudece la pobreza extrema y anula las esperanzas de encontrarle una solución duradera. Es una realidad que nos afecta a todos; por ello, nadie puede quedarse indiferente. Cada familia y cada ciudadano necesitan y, más aún, tienen derecho a vivir en paz, asumiendo los propios deberes y compromisos en la sociedad, contribuyendo así al bienestar y progreso del país, en un clima de verdadero estado de derecho, sustentado en la procura del Bien Común.
Hoy más que nunca necesitamos estar unidos. «No se resistan al mal», nos decía el Señor; no respondan al mal con más mal (Cf. Mt 5, 39). Como pastores de la Iglesia, que sentimos y sufrimos el dolor y la angustia, el miedo y la frustración de nuestro rebaño, rogamos a todos, que no nos cansemos de hacer el bien y mantengamos viva la esperanza cristiana.
Oremos sin desfallecer al Dios de la vida y prestemos atención al consejo del Papa Francisco, que nos ha exhortado a dirigir nuestra mirada a la Santísima Virgen de Suyapa, Madre de Honduras, suplicándole que ayude a los corazones a abrirse a la reconciliación y dar lugar a la convivencia fraterna, en todos los espacios de la vida social, incluso dentro de las cárceles. Ciudad de Tegucigalpa. 26 de Junio de 2023.