Rusia está en vilo ante la posibilidad de una rebelión armada. Las tensiones entre Rusia y la milicia rusa Wagner son cada vez mayores, después de que el jefe de los mercenarios acusó el viernes al ejército regular ruso de haber bombardeado sus bases en la retaguardia del frente con Ucrania, provocando «un gran número» de víctimas entre sus combatientes.
Como respuesta a las palabras del jefe de Wagner, el FSB (antiguo KGB) ha pedido a los mercenarios que se rebelen contra él y le detengan por traición. Sin embargo, el jefe de los milicianos, Yevgueni Prigozhin, ha declarado en la madrugada de este sábado que sus hombres han derribado un helicóptero ruso que disparó contra una columna de civiles, y que han entrado la ciudad rusa de Rostov sin encontrar resistencia.
Precisamente, la carretera que une Rostov con Moscú se encuentra llena de bloqueos y controles ante el temor por un posible avance de Wagner, cuyo jefe ha asegurado que destruirá «al todo el que se interponga» en su camino para detener al ministro de Defensa Shoigu.
