El pedido de ayuda de Haití es insistente. No hay tema que se presente en las sesiones del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) en el que el representante diplomático permanente de la isla no pida la palabra para solicitar asistencia para su país.
Los cancilleres de toda las Américas se reunirán este mes en Washington en una Asamblea General de la OEA y Haití nuevamente aparece en la agenda. Está previsto que los países emitan una declaración, pero es poco probable que de allí salga algo concreto que cambie la vida de los haitianos.
El principal problema es la seguridad. El Estado no tiene presencia, las bandas criminales matan, secuestran y torturan ciudadanos. El país pide asistencia a la comunidad internacional y hasta ha solicitado insistentemente la formación de una guardia de seguridad que ingrese al país y ayude a la Policía. Por ahora lo que ha primado es el silencio.
La intervención más contundente fue la de la semana pasada, cuando el embajador de Haití en la OEA, Leon Charles, contó con mucha franqueza la debilidad del Estado que representa y cómo la frustración en buena parte de los jóvenes de su país está llevando a que se armen fuerzas que aplican justicia por mano propia.
“En las últimas semanas se ha visto la frustración de cierta parte de la población. Los jóvenes están realizando una justicia expeditiva con los delincuentes. Podemos ver el enojo de la población. Haití, que ha escogido a la democracia como régimen político y trabaja por la promoción de los Derechos Humanos, no puede permitir este tipo de defensa por mano propia. Esto no puede ser una alternativa viable. Pero es lo que están haciendo para terminar a mediano plazo con la violencia de estas organizaciones delictivas”, dijo Charles.