Hace un año, el gobierno de la presidenta Xiomara Castro heredó una situación de seguridad y justicia alarmante. La tasa de homicidios había ido mejorando desde 2012, cuando Honduras llegó a ser considerado el país más violento del mundo.
La promesa en campaña del nuevo gobierno fue desmilitarizar la seguridad pública y enfocarse en la filosofía de política comunitaria. Sin embargo, al final del año la presidenta Castro llegó a declarar guerra contra la extorsión y el crimen organizado, e introducir un Estado de excepción que restringe derechos constitucionales.