Los tripulantes del vuelo 512 estaban aterrorizados. El avión en el que viajaban de Tijuana a Monterrey el viernes pasado se vio atrapado en una tormenta de granizo, fuertes vientos y descargas eléctricas que dejó paralizado incluso a los más valientes.
En los vídeos se muestra a un padre agarrado con fuerza a sus dos hijos y una señora que se graba justo en el momento en que el avión da un pequeño salto. Ella se eleva ligeramente de su asiento y da un grito de terror. Por las ventanas abiertas entran los destellos de los relámpagos y en el interior del avión se escucha solo el ruido de atronador de las turbulencias.
“Tenemos los parabrisas quebrados”, dice el piloto a la cabina de control, en un audio que ha trascendido de la conversación que tuvieron en medio del vuelo. El piloto se da cuenta de que no puede aterrizar en Monterrey y solicita permiso para aterrizar en otro lugar más alejado de la tormenta.
El avión, de la compañía Volaris, finalmente realizó un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Torreón, en el Estado de Coahuila, a la 1.30 de la madrugada del sábado. Todos los tripulantes están a salvo y a las pocas horas abordaron un nuevo avión que les llevó a Monterrey. En efecto, el parabrisas frontal izquierdo está agrietado y la punta del avión está desgastada por el impacto constante del granizo.