Heather Armstrong, la mamá bloguera que expuso sus luchas como madre y contra la depresión y el alcoholismo en su sitio web Dooce.com y en las redes sociales, ha muerto a los 47 años.
Pete Ashdown, un ex candidato al Senado de los EEUU, novio de Armstrong desde hacía seis años, la encontró el martes por la noche en su casa de Salt Lake City.
Vivían juntos con los hijos de Armstrong, Leta de 19 años y Marlo de 13 años. Los tres hijos de un matrimonio anterior de Ashdown pasaban tiempo con ellos en su casa de Utah.
Heather se casó con Jon Armstrong, con el que tuvo dos hijos, del que se separó posteriormente en 2012.
En 2001 arrancó su sitio web que la convirtió en una de las pioneras de los bloogs de mamás y con el que hizo una lucrativa carrera.
Heather Armstrong publicó en 2009 su autobiografía [firmó hasta tres libros] tras sus éxitos en su blog, en Instagram y en otros lugares y fue invitada por Oprah Winfrey a su programa de entrevistas con grandes audiencias, el show deThe Oprah Winfrey Show. También figuró entre las mujeres más influyentes en los medios de la lista de Forbes.
Fue apodada como «la reina de las mamás blogueras» por The New York Times Magazine.
Pete Ashdown dijo que Heather Armstrong se había suicidado, según AP que recoge su testimonio. Había estado sobria durante 18 meses y había recaído recientemente.
Su carrera como bloguera estuvo rodeada de la polémica. Igual que acumulaba éxitos no le faltaban las críticas por la exposición de su intimidad y la de su familia en sus blogs hasta que llegó a ser acusada de malcriar a sus hijos.
Todo empezó cuando escribió contra su jefe de una empresa tecnológica emergente y sus deseos de «estrangularle», lo que le costó el puesto de trabajo pero hizo de la necesidad virtud. Seis meses después escribió sobre su primer marido, el desempleo, su traslado a Los Ángeles, sus embarazos, sus hijos, su alcoholismo y de aquí al infinito, en todas las fases de su ánimo, desde la euforia a la depresión.
Su sitio Dooce sumó más de 8 millones de lectores mensuales que supo monetizar pero cayó en popularidad a medida que las redes sociales cobraban fuerza y se generalizaba su uso.
