En medio del llanto, Wilson García narra lo ocurrido la trágica noche del viernes 28 de abril cuando lo que era una noche tranquila junto a un grupo de amigos, se convirtió en la más terrible pesadilla.
La familia de Wilson junto a otros parientes y amigos se encontraban en una vivienda ubicada en la cuadra 100 de Walters Road en el área de Trails End de Cleveland, condado de San Jacinto, Texas.
Los disparos que realizaba al aire uno de los vecinos, despertaban a cada momento a un bebé de dos meses, hijo de Wilson y Sonia Argentina Guzmán, los dueños de la casa.
Debido al llanto del recién nacido, Wilson y dos personas más, se dirigieron al patio de su vecino, el mexicano Francisco Oropeza, para pedirle “respetuosamente” que disparase un poco más lejos de su casa.
“Nos dijo que estaba en su propiedad y podía hacer lo que quisiera”, recuerda Wilson, quien, debido a la negativa del hombre, llamó a la Policía, mientras el mexicano seguía disparando al aire con más intensidad.
Su familia siguió llamando a la policía, cinco llamadas en total, dijo Wilson. En cinco ocasiones, la persona que respondió aseguró que había ayuda en camino.
Y entonces, entre 10 y 20 minutos después de que Wilson hubiera vuelto de la casa de Oropeza, el mexicano irrumpió en el patio delantero de la casa de la familia hondureña, disparando un fusil.
“Le dije a mi esposa ‘entra. Este hombre ha cargado su arma’”, dijo Wilson. “Mi esposa me dijo que fuera dentro porque ‘no me disparará a mí, soy una mujer’”.
El mexicano llegó hasta la casa y empezó a disparar. La esposa de Wilson, Sonia Argentina Guzmán, estaba en la puerta delantera y fue la primera a quien mató a disparos.
Posteriormente disparó contra Daniel Enrique Lazo Guzmán de 9 años, hijo mayor de Sonia Argentina, quien quedó mortalmente herido.
La tercera víctima fue Josué Jonathan Cáceres, quien estaba recostado en un sillón de la sala.
«Sálvese usted porque tiene que cuidar a los niños»
El despiadado mexicano parecía que quería acabar con todas las personas que estaban en la casa, fue así que se dirigió a una habitación donde dormían los niños, ante ello, Diana Velásquez Alvarado y Obdulia Molina Rivera corrieron y protegieron con sus cuerpos al bebé y otros menores, a quienes salvaron la vida a cambio de las suyas.
En medio del caos, Wilson recuerda que Diana, quien era amiga de su esposa, le pidió que saltara por la ventana “porque mis hijos se habían quedado sin madre y uno de sus padres tenía que seguir vivo para cuidarlos”.
Yo me metí al cuarto para trata de ayudar, pero Diana me gritó: “sálvese usted porque mi comadre ya está muerta y usted tiene que cuidar los niños”.
“Intento ser fuerte por mis hijos”, dijo García entre lágrimas. “Mi hija lo entiende un poco. Es muy difícil cuando empieza a preguntar por mamá y por su hermano mayor”.
Sonia deja dos hijos; una niña de dos años y medio y un bebé de dos meses de edad que había procreado con Wilson García.
La pareja de Diana Velásquez Alvarado, quien también se encontraba en la vivienda, también sobrevivió.
Obdulia Molina Rivera, a quien todos conocían como “Julissa” y Josué Jonathan Cáceres eran pareja y ambos murieron a manos del mexicano, quien huyó y es buscado por el FBI.
Homenaje a las víctimas
Ayer, domingo, vecinos, amigos y familiares de las víctimas realizaron una jornada de oración en la escuela donde estudiaba el pequeño, Daniel Enrique Lazo Guzmán, quien falleció en un hospital, horas después del tiroteo.
En el lugar se improvisaron pequeños altares con flores, peluches, globos y veladoras para honrar la memoria de los cinco hondureños muertos.
Durante la ceremonia, Wilson García se mostró agradecido por la presencia y el cariño de tantas personas que acudieron al lugar.
Comentó que él está buscando a funcionarios consulares de Honduras para que les ayuden con la repatriación de los cuerpos de su hijo y su esposa, además de las otras tres víctimas.