Como una forma de agradecerle, miles de capitalinos se apuestan en las diferentes calles y avenidas del Centro de Tegucigalpa para conmemorar la pasión, crucifixión y muerte del hombre que decidió entregar su propia vida por amor a la humanidad.
Este día se concentra en la pasión de Cristo todos los pensamientos y la piedad de los fieles. Día de ayuno obligado para todos los adultos y expresa los sentimientos de contrición y penitencia con los cuales se reviven las últimas trágicas horas de Cristo.
Con la meditación intensa del Santo Vía Crucis, es posible acercarnos cada vez más a la pasión del Señor, así lo acota el padre Carlos Rubio, párroco de la comunidad Nuestra Señora de la Visitación, quien también afirma que ‘’Esta práctica más allá de una actuación es una representación de aquel primer Vía Crucis’’. Para el presbítero Rubio, ‘’no debemos quedarnos con lo externo sino llevarnos a vivir una pasión de amor por Dios y por su reino, en una entrega continua cada día’’.
Dicha Vía Dolorosa estuvo presidida por el VI Arzobispo de Tegucigalpa, el Monseñor José Vicente Nácher Tatay.