El sacerdote nicaragüense Óscar Danilo Benavidez Dávila, crítico con el régimen de Daniel Ortega, fue condenado a 10 años de prisión por el delito de conspiración y propagación de noticias falsas en perjuicio del Estado de Nicaragua y la sociedad, informaron medios independientes.
El religioso, de 49 años, quien se encuentra detenido desde el 14 de agosto pasado, fue sentenciado por la jueza Nancy del Carmen Aguirre Gudiel, titular del Juzgado Décimo Distrito Penal de Juicio de Managua, en una audiencia celebrada a puertas cerradas.
La judicial también impuso al presbítero Benavidez Dávila, párroco de la parroquia Espíritu Santo, en el municipio de Mulukuku, en la Región Autónoma del Caribe Norte de Nicaragua, el pago de una multa de 49.917 córdobas (1.375 dólares).
Según el desglose de la sentencia, la jueza Aguirre Gudiel impuso al religioso cinco años de cárcel por el delito de conspiración y menoscabo a la integridad nacional, y otros cinco por el delito de propagación de noticias falsas.
El sacerdote Benavidez Dávila fue encontrado culpable el pasado 16 de enero y durante el intercambio de solicitud de penas el Ministerio Público pidió una condena de 8 años, cinco por el delito de conspiración y tres por propagación de noticias falsas.
El presbítero es el primer sacerdote nicaragüense condenado bajo la figura de conspiración y noticias falsas, bajo un sistema judicial que opera bajo control de Daniel Ortega.
Según la página en línea del Poder Judicial, la sentencia contra el sacerdote nicaragüense fue leída el pasado 24 de enero.
Benavidez es uno de los diez sacerdotes acusados en Nicaragua, incluyendo al obispo Rolando José Álvarez Lagos, sustraído por agentes policiales 19 de agosto pasado junto a otros cuatro sacerdotes del palacio episcopal de la Diócesis de Matagalpa después de haber estado 15 días confinados.
Álvarez, de 56 años y quien se encuentra bajo «resguardo domiciliar» en Managua, según la Policía Nacional, enfrentará el juicio el 28 de marzo próximo.
El presidente Ortega tildó de «terroristas» a los obispos nicaragüenses que actuaron como mediadores de un diálogo nacional con el que se buscaba una salida pacífica a la crisis que vive el país desde abril de 2018.