Dos ataques armados palestinos durante el sabaat en Jerusalén, con un balance de siete muertos, elevan las posibilidades, que ya de por sí eran altas, de un enfrentamiento a gran escala. Minutos después de que la Policía israelí elevara este sábado por la mañana el estado de alerta a su máximo nivel y el Ejército reforzara sus fuerzas en Cisjordania a raíz del asesinato de siete personas en las puertas de una sinagoga de Nevé Yaacov en el norte de Jerusalén, un nuevo ataque armado palestino causó heridas graves a otros dos israelíes-padre e hijo- cerca de la Ciudad Vieja. Un niño palestino de 13 años disparó a un grupo de judíos en esa zona antes de ser herido por los disparos de un civil (soldado que estaba de vacaciones).
El atentado del viernes por la noche, cometido por el palestino Khari Alqam, segó la vida de cuatro hombres, dos mujeres y un niño de 14 años en el peor atentado en Israel desde 2011 cuando un comando yihadista irrumpió desde Egipto y asesinó a ocho personas en el sur del país. Como reacción, el primer ministro Benjamin Netanyahu convocó una reunión de su gabinete de seguridad. Tras declarar que Israel no «busca una escalada» y pedir a los ciudadanos no tomar la justicia por su cuenta, anunció a última hora de este sábado medidas como «sellar de forma inmediata la casa del terrorista que cometió el atentado de Jerusalén de cara a su destrucción» o «aumentar las licencias de armas a ciudadanos autorizados que, como hemos visto, salva vidas». «Una respuesta rápida, precisa y fuerte contra el terror», prometió además de asegurar que «en respuesta a los deleznables atentados y las celebraciones de alegría que les siguieron», reforzarán los asentamientos.
Se trata del primer gran examen del veterano líder conservador en su vuelta al poder hace exactamente un mes tras año y medio en la oposición. Su desafío es por un lado dar una respuesta al atentado y asegurarse que no haya más de esta dimensión evitando el efecto de imitación por parte de jóvenes palestinos y por otro, para evitar una mayor escalada, moderar las exigencias de sus ministros más nacionalistas como Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrish que en las elecciones del pasado 1 de noviembre prometieron «mano dura en la lucha contra el terror para devolver la seguridad a las calles». «Debemos aprobar cuanto antes la ley de pena de muerte a los terroristas», dijo este sábado Ben Gvir. La primera medida fue de la Policía que arrestó a 42 allegados y familiares del atacante para interrogarles bajo la sospecha que conocían o colaboraron con el sangriento atentado.
Nevé Yaacov se despertó este sábado entre la conmoción y la indignación. Y el dolor. Como el de Shimon Mizrahi que perdió a su hijo Eli (48) y su nuera Natali (45). Según cuenta, escucharon los disparos en la calle y bajaron para ayudar a los heridos. «El terrorista que iba de negro y era joven, disparó y asesinó a mi hijo y su esposa, dos personas muy buenas, que se casaron hace dos años», señaló antes de denunciar que «la policía tardó 20 minutos en llegar» y pedir «la destrucción de la casa del terrorista y la expulsión de su familia».
Alqam actuó en solitario. Tras hacerse recientemente con una pistola, llegó en coche a Nevé Yaacov y disparó a corta distancia contra quien se encontraba cerca del templo Ateret Abraham. En su huida, fue abatido por un agente tal y como le contó al propio Netanyahu en el lugar del tiroteo.
Un dramático ejemplo de la complejidad en torno a los barrios árabes en la zona oriental de Jerusalén que Israel ocupó en la guerra del 67. De ahí salieron tanto los autores de los cuatro grandes atentados en la ciudad en los últimos meses como el paramédico que trató a los heridos este fin de semana. Todos ellos, palestinos con documento israelí.
Los grupos palestinos no reivindican los ataques pero los elogian y aseguran que es la respuesta a la incursión militar en el campo de refugiados de Yenin. Tras la letal acción-según Israel, evitó un atentado de la Yihad- se multiplicaron las voces de rabia en Cisjordania y Gaza exigiendo venganza. Voces que, tras el atentado, dieron paso a gritos de júbilo, incluyendo fuegos artificiales en un barrio en Jerusalén Este. «Las acciones heroicas en Jerusalén traducen la posición de la resistencia de que la respuesta no tardaría en llegar. El enemigo ha comenzado a pagar el precio de sus crímenes», anunció el portavoz de Hamas, Abdel Abdel Latif Al-Qanou, que pidió más ataques.
El presidente palestino Abu Mazen, por su parte, denuncia que Israel tiene «toda la responsabilidad de la escalada que ha causado la muerte de 31 palestinos en el último mes». El Gobierno israelí replica que «la gran mayoría de los muertos eran terroristas» y le acusa de «alentar el terrorismo».
La jornada finalizó con un palestino armado abatido por un vigilante en la entrada de la colonia de Kedumim en Cisjordania.
