Estados Unidos alcanzó su techo de deuda este jueves, y recurrirá a «medidas extraordinarias» para evitar un impago cuya sola mención puede provocar consecuencias desastrosas para la economía global.
Suena inquietante, ¿cierto? Pero, respire profundo. Técnicamente, la frase se refiere a un montón de medidas contables. Sí, contables.
Debido a que el tope de deuda limita la emisión de bonos estatales —la manera en que Estados Unidos pide dinero prestado—, estas soluciones transfieren los fondos entre cuentas y deberán mantener al Gobierno en funcionamiento al menos hasta el 5 de junio, según una carta de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, al Congreso.
En teoría, el presidente, Joe Biden, y los republicanos (que controlan la Cámara de Representantes) usarán este plazo adicional para llegar a un acuerdo para elevar el tope legal de deuda de 31.4 billones de dólares. Estas negociaciones suelen ser intensas y hasta el último segundo, con un inmenso daño económico en juego. Pero ha habido alrededor de 80 acuerdos para elevar o suspender el tope de deuda desde la década de 1960.