Velan los restos mortales del Sacerdote Reginaldo García en la Basílica de Suyapa en Tegucigalpa, un hombre que será recordado por muchos como una persona servicial y amable.
Originario de Gualcince, Lempira, el Padre Reginaldo García Vásquez, pasó por Honduras haciendo el bien, demostrando un gran celo apostólico, el amor por el sacerdocio y la cercanía con el prójimo más necesitado.
A los 13 años ingresó al Seminario Menor y cuatro años más tarde, a los 17 acudió a Colombia para realizar estudios en filosofía terminando encantado de la diversidad cultural del país cafetero y trayendo consigo, un gran aprendizaje que empleó hasta sus últimos momentos.
Sostuvo estudios especializados como un doctorado en ciencias políticas y sociología debido a su gran apego a las áreas sociales, mismo que le sirvió para abordar con gran propiedad la realidad nacional de Honduras, en especial cuando las crisis llegaron a la nación.
Fue ordenado sacerdote el 18 de noviembre de 1969 en Santa Rosa de Copán.
Su madre, ama de casa y su padre, un docente que le educó para poder estar cerca de las necesidades humanas, forjaron en Reginaldo, un carácter fuerte para enfrentar los desafíos de los tiempos, pero también le inculcaron ternura para acompañar al enfermo, al pobre y al necesitado.
En sus más de 50 años de vida sacerdotal, el Padre Reginaldo sirvió como encargado en Dulce Nombre, Santa Rosa y San Nicolás en Copán, fue director de Radio Santa Rosa en el Occidente, trabajó muy de cerca con los Delegados de la Palabra de Dios, con los Emproístas, con los Cursillistas y con el movimiento Juan XIII, entre otros. Fue vicario pastoral de la Diócesis de Santa Rosa por 12 años, fundando varias emisoras católicas en esta región.
En sus últimos años de servicio pastoral, el Padre Reginaldo García colaboró de gran manera en la Basílica de Suyapa, siempre a la disposición de las necesidades de la casa maternal.
El Padre Reginaldo García se caracterizó por su don de servicio sin medidas, dedicando extensas jornadas para el Sacramento de la Reconciliación, celebrando las Eucaristías con la mayor devoción y disponiéndose siempre a la visita de los enfermos en viviendas particulares u hospitales.