«Lo que pasó aquí fue una tentativa de golpe por gente preparada. No sé si el expresidente lo ordenó, pero lo que sé es que tiene culpa porque se pasó cuatro años instigando odio», denunció el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, este miércoles (18.01.2023) en un acto con representantes sindicales en el Palacio de Planalto, en Brasilia. Lula elevaba así el tono contra su predecesor, Jair Bolsonaro, por el «intento de golpe» de sus seguidores más radicales el pasado 8 de enero.
El mandatario progresista también responsabilizó al líder ultraderechista, al que derrotó en las elecciones presidenciales de octubre pasado, de «mentir a la sociedad», insistiendo en que «el pueblo tenía que estar armado para garantizar la democracia». «La democracia se garantiza con cultura, con libros, con debate, con educación, con comida, con empleo…», enumeró el gobernante, que asumió el poder el pasado 1 de enero.
Bolsonaro, que actualmente se encuentra en Estados Unidos sin una previsión oficial sobre su regreso a Brasil, fue incluido, a petición de la Fiscalía General, en la lista de investigados de la Corte Suprema por «incitar» la intentona golpista del pasado 8 de enero. Ese día, una horda de miles de bolsonaristas radicales invadió y causó graves destrozos en las sedes del Congreso, la Presidencia y el Supremo, en un intento para derrocar a Lula y devolver al poder por la fuerza a Bolsonaro.
Lula también denunció la semana pasada que «muchos» policías y militares fueron «conniventes» con el caos generado en la capital brasileña el 8 de enero, que dejó un balance de unos 1.800 detenidos. Aunque la mayoría han sido liberados y responderán en libertad, muchos permanecen detenidos. Un tribunal ha decretado hoy mismo prisión preventiva para 140 de ellos. El gobierno ha apartado de sus funciones hoy a 13 militares, que se unen a otros 40 relevados ayer de sus puestos en la seguridad del palacio presidencial.