El periodista Lee Fang publicó este lunes un nuevo artículo sobre los ‘Archivos de Twitter’, en el que revela cómo la industria farmacéutica presionó a la red social para censurar el contenido que pedía vacunas genéricas contra el covid-19.
El reportero de la revista estadounidense The Intercept precisó en su nota que la campaña incluyó presiones directas de la empresa alemana BioNTech, que desarrolló su vacuna anticovid junto con Pfizer. El objetivo era censurar a activistas que exigían producir vacunas genéricas de bajo coste, indicó.
En el primer año de la pandemia, se hizo un llamamiento para enfrentar la crisis sanitaria de manera equitativa mediante la cooperación internacional, intercambiando nuevas ideas y tecnologías en esta área.
No obstante, los gigantes farmacéuticos vieron esta crisis como una oportunidad de sacar beneficios sin precedentes y buscaron que grupos de presión acabaran con cualquier esfuerzo de compartir patentes de nuevos preparados contra el coronavirus, ya sean terapias o vacunas, escribe Lee.
En concreto, BioNTech se puso en contacto con Twitter para solicitarle que censurara directamente a los usuarios que publiquen tuits exigiendo vacunas genéricas de bajo coste, mientras que un lobista europeo pidió vigilar las cuentas de Pfizer, AstraZeneca y ‘hashtags’ como #PeoplesVaccine (‘vacuna del pueblo’, en inglés). Los representantes de la plataforma respondieron rápidamente a la petición también respaldada por el Gobierno alemán, afirma Lee.
En ese entonces, Biotechnology Innovation Organization (BIO) —el grupo de presión que representa a biofarmacéuticas, incluidas Moderna y Pfizer— recurrió al recién elegido Gobierno estadounidense, exigiendo que las autoridades sancionaran a cualquier país que sugiriera crear medicamentos o vacunas de este tipo.
Como medida aparte, BIO aportó 1.275.000 dólares a una campaña especial de moderación de contenidos llamada Stronger y diseñada por el contratista Public Good Projects, que ayudó a Twitter a establecer normas de moderación de contenidos en torno a la «desinformación» sobre el covid-19.
La campaña incluía correos electrónicos con listas de tuits que había que eliminar y otros que había que verificar. Al mismo tiempo, Lee subraya que esta presión masiva para callar las voces no deseadas nunca se aplicó a las empresas farmacéuticas. Cuando las empresas exageraron los riesgos de crear vacunas genéricas anticovid de bajo coste, Stronger no reaccionó, implementando las nuevas normas solo contra los críticos del sector.