La Casa Blanca confirmó este martes que el primer ministro japonés, Fumio Kishida, visitará Washington el próximo 13 de enero y mantendrá una reunión con su homólogo estadounidense, Joe Biden.
“El presidente Biden espera dar la bienvenida al primer ministro japonés, Fumio Kishida, en la Casa Blanca el viernes 13 de enero para reforzar los lazos entre nuestros Gobiernos, nuestras economías y nuestro pueblo”, dijo en un comunicado la portavoz del Gobierno, Karine Jean-Pierre.
En noviembre, fuentes gubernamentales japonesas confirmaron a la agencia local Kyodo que el mandatario nipón tenía planeado acudir a Estados Unidos a comienzos de este mes.
Según la Casa Blanca, Kishida y Biden tratarán asuntos como la cooperación tecnológica y en la lucha contra la crisis climática, así como los programas de misiles de Corea del Norte, que cerró el año lanzando tres misiles balísticos sobre el mar de Japón.
“El presidente Biden reiterará su apoyo completo a la recientemente anunciada Estrategia de Seguridad Nacional de Japón, su presidencia del G7 y su periodo como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU”, añadió Jean-Pierre.
Asimismo, analizarán “una variedad de temas regionales y globales”, entre los que la Casa Blanca la guerra en Ucrania o la estabilidad en el Estrecho de Taiwán.
El mandatario estadounidense “reiterará su pleno apoyo a la Estrategia de Seguridad Nacional de Japón”, que supone un giro histórico en la política nacional limitada a la “autodefensa” nacional al posibilitar a las fuerzas niponas a lanzar contraataques fuera de sus fronteras, y que ha recibido la crítica de la oposición y de partes de la sociedad.
El aumento sustancial en el gasto de Defensa, que Kishida planea explicar a Biden, busca también profundizar la alianza entre los países, según afirmaron fuentes gubernamentales a ‘Yomiuri Shumbun’.
El Gobierno de Japón aprobó a mediados de diciembre sus nuevas directrices de Defensa, que por primera vez incluyen dotarse de la capacidad de atacar bases enemigas en caso de amenaza a la seguridad nacional, además de un incremento récord de su gasto militar.
Se trata de su mayor giro en materia de Defensa desde la II Guerra Mundial, con una hoja de ruta que según los expertos persigue contener el auge militar de China y mantener la posición dominante de Estados Unidos en Asia-Pacífico.