El mandatario de Nicaragua, Daniel Ortega, reveló este martes (20.12.2022) que nunca ha tenido respeto a los obispos nicaragüenses, durante un acto oficial en el que elogió a la cúpula policial señalada de ejecutar la represión en el país y en el que una vez más atacó a la Iglesia católica del país.
En un acto de graduación de cadetes de la Policía Nacional, que tuvo lugar el lunes y cuya transcripción fue divulgada este martes por los medios de propaganda oficialista, Ortega alabó a los jefes policiales encargados de la represión desatada en Nicaragua desde 2018 y hasta se refirió como «héroe” al mencionar a Ramón Avellán, comisionado sancionado por Estados Unidos por violaciones a los derechos humanos.
Su amabilidad con el cuerpo policial, también sancionado por violaciones a los derechos humanos y del que es jefe supremo, Ortega atacó a la Iglesia católica a la que su régimen mantiene bajo una tenaz persecución desde hace cuatro años, luego que los religiosos católicos denunciaron los abusos durante la represión de 2018 y recibieron a las víctimas en los templos, señaló el portal de noticias Confidencial.
Cargó contra los sacerdotes nicaragüenses a los que tildó de «fariseos», «sepulcros blanqueados», «somocistas», es decir, presuntos afectos a la familia Somoza, que lideró esa primera dictadura en Nicaragua entre 1937 y 1979. También acusó a los religiosos de apoyar a los que se manifestaron contra su Gobierno en abril de 2018, unas protestas que cataloga como un intento de golpe de Estado.
Ortega confesó que de joven «no podía confiar en los sacerdotes», ni en los obispos, que «eran incapaces de condenar los crímenes que se cometían» durante el somocismo.
Elogia al cura armado, enjuicia al obispo crítico
«Yo nunca les tuve respeto a los obispos, no podía creer en los obispos. Con algunos sacerdotes sí había acercamiento», dijo Ortega tras lo cual se refirió al cura español Gaspar García Laviana, quien tomó las armas contra la dictadura de los Somoza y que a juicio del gobernante sandinista tenía «una práctica cristiana”.
La semana pasada el Ministerio Público, bajo control de Ortega, acusó ante un juez al obispo Rolando Álvarez, muy crítico hacia el régimen, por los delitos de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas a través de las tecnologías de la información y la comunicación en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense.
Álvarez, de 56 años, es el primer obispo arrestado y acusado desde que Ortega retornó al poder en 2007 tras coordinar una Junta de Gobierno de 1979 a 1985 y presidir por primera vez el país de 1985 a 1990.
Durante su discurso Ortega no se refirió a los procesos judiciales, orquestados contra monseñor Álvarez, mientras otros religiosos se encuentran también procesados, se han cerrado medios de comunicación católicos, el nuncio apostólico fue expulsado del país, igual que 18 monjas de la orden de las Misioneras de la Caridad.
El arresto y acusación contra el obispo Álvarez, otros siete sacerdotes y dos colaboradores, es el capítulo más reciente de un último año especialmente convulso para la Iglesia católica de Nicaragua con el régimen de Ortega, quien ha tildado de «golpistas» y «terroristas» a los jerarcas.
El 4 de julio de 1986 el entonces gobierno sandinista, encabezado también por Ortega, desterró al obispo de la diócesis de Juigalpa, Pablo Antonio Vega, acusado de apoyar a los insurgentes contrarrevolucionarios y quien fue sacado a la fuerza a la medianoche de su sede episcopal, subido a un helicóptero militar y dejado en la selva fronteriza con Honduras.