¿Alguien sabe quién inventó la trillada frase «los hombres no lloran», y que todo nuestro árbol genealógico ha repetido hasta el cansancio? Si alguien conoce al autor, que me avise para informarle que está equivocado. Esta historia muestra todo lo contrario.
Se trata de Alfonse Attard, un pescador australiano de 75 años que ha vivido durante 18 años junto a Jack, su perrito. Ambos son fieles compañeros y salen regularmente a pescar alrededor de una playa cercana, pero un día, por razones que se desconocen, el agua comenzó a filtrarse dentro de su bote cuando ya estaban 1 kilómetro dentro del mar.
Debido a esto, terminaron volcándose y cayendo ambos al agua. Trever Borg y su padre, Laurie, vieron lo sucedido y rescataron a Alfonse rápidamente, llevándolo a la orilla sano y salvo. Pero el preocupado pescador solo podía pensar en su perrito, a quien no encontraron en el lugar.
La policía acuática y los voluntarios del Club de Salvamento de Altona notaron lo angustiado que estaba Attard, por lo que inmediatamente se adentraron en las aguas para buscar al can. Dos horas después lo encontraron y, por fortuna, el peludo estaba a salvo en la parte delantera del bote.
Cuando lo llevaron de vuelta, Alfonse saltó y lloró de la alegría. Tomó velozmente a Jack en sus brazos y lo acariciaba demostrando lo preocupado que estaba y la alegría de saber que nada malo le había pasado.
“Él me hizo llorar, yo lo he tenido durante 18 años y pensé que estaba acabado. Donde quiera que vaya, él va conmigo”, comentó. Aún así, el abrumador día no intimidó al hombre que pesca en aquella playa dos o tres veces por semana. “Tal vez salga mañana, en otro bote”, aseguró.
Se cree que el suertudo animalito estuvo flotando en el mar durante casi dos horas hasta que el bote fue llevado a tierra.
