Hebe de Bonafini, cofundadora de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y acérrima luchadora contra las violaciones a los derechos humanos cometidos durante la última dictadura militar argentina, murió el domingo a los 93 años.
Bonafini, un ama de casa de la ciudad de La Plata, se convirtió en una de las activistas por los derechos humanos más renombradas del país, después de que ella y otras 13 mujeres comenzaran la búsqueda de sus hijos secuestrados por las fuerzas de seguridad entre las décadas de 1970 y 1980.
En su caso, Bonafini sufrió la pérdida de sus dos hijos varones durante el régimen militar argentino en el que miles de activistas, académicos y disidentes políticos fueron asesinados o desaparecidos por la fuerza. Ninguno de sus hijos apareció y se presume que están muertos.
Desde su primera protesta el 30 de abril de 1977, las Madres de Plaza de Mayo, grupo identificado por llevar pañuelos blancos y marchar semanalmente frente a la casa de Gobierno, desempeñaron un rol crucial en la defensa de los derechos humanos en el país.
La agrupación de mujeres tuvo que afrontar amenazas de muerte y algunas fueron secuestradas y asesinadas.
«Nos arrestaron, nos golpearon, vinimos con pelucas para que no pudieran identificarnos», comentó Bonafini a Reuters en 2007.
Se estima que unas 30.000 personas desaparecieron durante la última dictadura militar (1976-1983), de acuerdo a grupos de derechos humanos. Muchos de los cuerpos de los secuestrados nunca han sido encontrados.
«Queridísima Hebe, Madre de Plaza de Mayo, símbolo mundial de la lucha por los Derechos Humanos, orgullo de la Argentina. Dios te llamó el día de la Soberanía Nacional (un celebración nacional argentina festejada el 20 de noviembre)… no debe ser casualidad. Simplemente gracias y hasta siempre», escribió la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner en su cuenta de Twitter.
Al regreso de la democracia, debido a diferencias ideológicas sobre cuestiones políticas, las Madres se dividieron en diferentes grupos y Bonafini, quien tenía admiradores y detractores por sus comentarios directos y sin miramientos, dedicó parte de su vida a la ayuda social.
La activista llegó a decir que se puso feliz por el ataque del 11 de septiembre en Estados Unidos o expresar que el Papa Juan Pablo II ardería en el infierno por manifestar su solidaridad con las madres de los separatistas de la agrupación vasca ETA encarcelados.
Hebe -como se la conoce en el país sin necesidad de nombrar su apellido- dio discursos alrededor del mundo, compartió escenarios con los fallecidos presidentes de Cuba y Venezuela, Fidel Castro y Hugo Chávez, respectivamente, y tuvo gran participación política, convirtiéndose en una fiel defensora de los expresidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
En 2011, un escándalo de corrupción sobre una organización que se encargaba de la creación de viviendas para personas de escasos recursos y formaba parte de la Fundación de Madres de Plaza de Mayo golpeó la imagen pública de Bonafini y llevó a la Justicia a investigar su participación.
Durante ese proceso judicial, la activista se mostró reacia ante la Justicia, no acudiendo a las citaciones pese a ser buscada con fuerzas de seguridad, alegando que ya había presentado la documentación pertinente para la investigación.
Más de 40 años después de su primera marcha, las ahora ancianas «Madres de Plaza de Mayo» continúan con sus movilizaciones pacíficas y simbólicas para saber qué ocurrió con sus hijos y como forma de presión para que se continúe juzgando a los oficiales militares que actuaron en la dictadura.