Quien alguna vez haya presenciado una cita mundialista, conocerá la sensación de clima mágico que se vive en la previa, durante y después de un partido de esta magnitud. Hubo color, hubo fervor y las particulares reacciones de los fanáticos locales en el duelo inaugural entre Qatar y Ecuador en el magnífico estadio Al Bayt.
La primera cuestión que surgió camino a la cancha fue la temperatura: ¿prenderían los aires acondicionados pese a que la noche estaba relativamente fresca y había bastante viento en la descampada localidad de Jor, alejada del centro de Doha? Quienes concurrieron con pantalones largos y abrigo estuvieron acertados: los ventiletes ubicados debajo de los asientos no dejaron de tirar aire frío ni un minuto, haciendo que los tobillos y gemelos descubiertos de cada uno de los espectadores se helaran. La refrigeración general fue innecesaria, seguramente estará más acorde cuando los escenarios alberguen partidos en turnos más temprano cuando todavía pegue el sol.
Los ocurrentes ecuatorianos no dudaron en cantar: “¡Que apaguen el aire, que apaguen el aire!”, acusando el fresco que circulaba por las tribunas que se fueron despoblando a medida que los minutos se consumían, ya que los árabes no soportaron la derrota y emprendieron la retirada a partir de la mitad del complemento. Y antes, los Tricolores ya habían elevado otro reclamo tras los gritos de gol de Enner Valencia: “¡Queremos cerveza, queremos cerveza!”. Por disposición de los organizadores y las autoridades locales, solamente se vendió cerveza sin alcohol a un precio de 30 riyales qataríes (unos 8,24 dólares). El resto de las bebidas (agua, gaseosas, té negro y la local qaraq rondaban entre los 15 y 20 riyales).
En cuanto a comidas, se ofrecieron en los expendedores de todo el estadio fatay con espinaca, carne o queso (15 riyales, unos 4 dólares), shawarma de pollo (30 riyales, unos 8,24 dólares), salchichas y mix de frutos secos (25 riyales, unos 6,80 dólares), palitos veganos y unas masas fritas dulces llamadas luqaimat (desde 17 riyales, unos 4,63 dólares), pochoclos y papas fritas de paquete (10 riyales, o sea unos 2,72 dólares). Llamó la atención que muchos de los asistentes dejaron botellas de agua y gaseosa prácticamente intactas, restos de comida y vasos conmemorativos en las tribunas.
Tras la disputa que se generó por el reclamo de Chile en base a la supuesta mala utilización del futbolista Byron Castillo durante las Eliminatorias Sudamericanas, hubo recordatorio para los fanáticos de esa nacionalidad. “Y ya lo ve, y ya lo ve, es para Chile que lo mira por TV”, entonaron con ritmo los ecuatorianos, que más tarde -y en reiteradas ocasiones- fueron por más: “Poropopó, poropopó, el que no salta es chileno maricón”.
Quienes pudieron acceder a una de las localidades de la Categoría 1 del estadio Al Bayt (con un costo de 2.250 riyales qataríes, unos 618 dólares), se llevaron recuerdos de conmemoración en una bolsa de frizelina que fue puesta sobre su butaca. La misma contenía una manta (con la que varios se cubrieron para combatir la fresca provocada por los aires acondicionados), pendiente, pulsera, un pequeño perfume con una especie de rama (símbolo local), una remera que emuló la primera que usó el seleccionado qatarí y la infaltable mascota La’eeb hecha títere.