El Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo citó en la sede de la Cancillería en Managua a la embajadora de la Unión Europea (UE) en Nicaragua, Bettina Muscheidt, para comunicarle que era declarada no grata por una supuesta “injerencia en la soberanía nacional”.
El ministro de Relaciones Exteriores, Denis Moncada, le ha dicho a la diplomática que debía salir del país cuanto antes. Un capítulo que sitúa en el filo del precipicio la relación entre el régimen sandinista y el bloque comunitario europeo.
Fuentes diplomáticas confirmaron la reunión en Cancillería y la expulsión de facto de Muscheidt.
Hasta ahora, la diplomacia del régimen no ha formalizado por “los canales correspondientes” la decisión. La diplomática de la UE llegó acompañada del embajador de Francia, Brieuc Pont, y del alemán Christoph Bundscherer.
Las supuestas ofensas
Según Managua, la UE «ha ofendido y continúa ofendiendo a las familias nicaragüenses con amenazas y suspensiones de obras de bien común, como hospitales para comunidades originarias y afrodescendientes».
La ruptura de relaciones se produjo un par de horas después que Ortega pronunciara un discurso antes de un desfile por el aniversario de la policía, en el cual reaccionó con virulencia a una visita de la embajadora neerlandesa para América Central, Christine Pirenne.
La diplomática llegó a Nicaragua el jueves procedente de Costa Rica, donde la embajada de Países Bajos tiene su sede, para informar que no financiarían la construcción de un hospital, según el mandatario.
«Quienes vengan a faltarle el respeto a nuestro pueblo, a nuestra patria, pues que no vuelvan a aparecer por Nicaragua. Y no queremos relaciones con ese gobierno intervencionista», exclamó Ortega en alusión a la UE.