Todos, sin excepciones, hemos dicho mentiras en algún momento de nuestra vida… y no me digas que no!! desde ahí, ya estas mintiendo y eso puede causarte daños irreversibles!
Lo creas o no, hacerlo tienen un coste. Y no se trata de una nariz más larga o de los efectos sobre tu conciencia. Más bien de tu cerebro. Pues según la ciencia, cada vez que mientes pones en marcha un mecanismo mental que te resta capacidad intelectual.
En general, la mayoría de la gente no recurre a hacerlo, según Timothy Levine psicólogo de la Universidad de Alabama en Birmingham (EEUU). Centrado en estudiar el engaño, sus investigaciones apuntan que tres cuartas partes de las personas rara vez mienten, siendo hasta el 90% mentiras piadosas.
Ahora bien, otros mienten y mucho. Hasta un 1% dice más de 15 mentiras diarias. Algunos mentirosos crónicos son inseguros. Otros pueden mentir acerca de sus logros o para aprovecharse de las personas, tal vez incluso para engañarlas o robarles, explica el especialista
Pero como se recoge en dicha publicación, no importa si tu fin es piadoso, egoísta o busca sacarte de un aprieto. Toda mentira tendrá su repercusión en tu cuerpo. Mentir es uno de los logros más sofisticados y exigentes del cerebro humano. Los niños tienen que aprender a hacerlo. Conlleva elaborar todo un relato alternativo en tiempo récord y anticiparse a todo aquello que pueda desmontar el argumento.
Pero esto tienen un precio. Nada más soltar el engaño, tu cuerpo libera cortisol en tu cerebro. Solo unos minutos más tarde, tu memoria va a toda marcha tratando de recordar tanto la mentira como la verdad. La toma de decisiones se vuelve más difícil.A la larga, y en función, de lo grande o seria que sea la trola, podría afectar a tu sueño o niveles de ansiedad.
Decir la verdad no requiere una capacidad mental fuera de lo común. Piensas lo que quieres decir y lo dices. Mentir, sin embargo, conlleva mucho más trabajo.
Lo primero es inventar una historia, después debes pensar diversas direcciones que podría tomar la conversación mientras vas analizando qué necesitas decir para evitar que toda esta mentira se desmorone.
Lo que mentir le hace a tu cerebro
Gran parte de ese trabajo cerebral se realiza en una región llamada corteza prefrontal, explica en Science News for Students Jennifer Vendemia, neurocientífica de la Universidad de Carolina del Sur, en Columbia.
Es la parte encargada de la memoria de trabajo, la cual es un poco como el espacio de almacenaje temporal del ordenador. Almacena cosas solo por un corto tiempo mientras las usa. Además la corteza prefrontal también se ocupa de tareas como la planificación, la resolución de problemas, la concentración y el control de impulsos.
Todas estas actividades se conocen como “función ejecutiva”, la cual entra en juego cuando decides mentir. ¿Cómo? Activando «el autocontrol para evitar soltar la verdad, permitiéndote recordar todos los detalles de una mentira para no caer en un desliz. Haciéndote pensar varios pasos por delante para asegurarte de que la mentira que estás diciendo resista el interrogatorio».
Lo cual reduce la capacidad cognitiva para otras tareas. Un estudio del 2015 encontró que el cerebro es más lento y más propenso a cometer errores cuando tiene que cambiar entre mentir y decir la verdad. La carga de trabajo mental de alguien será más pesada y su tiempo de reacción será más largo cuando miente.
Cuando la corteza prefrontal está ocupada con tareas relacionadas con mentir tiene más dificultades para realizar otras tareas que requieren planificación, autocontrol o memoria de trabajo, señala la neurocientífica, destacando la relevancia de esto en jóvenes donde esta área no está totalmente desarrollada.
También para aquellos que deben mantener mentiras a largo plazo. Pretender ser algo que no eres o engañar en una relación puede ser mentalmente agotador. “Con el tiempo, este tipo de mentira en realidad hace que uses los recursos cerebrales que necesitas para pensar”.