“El miedo más grande de mi mamá es que cuando salgo no vuelva a casa”, dice Tamara Pons, creadora de “Mamá Llegué”, un emprendimiento que ofrece llaveros de defensa personal pensados para que las mujeres puedan volver tranquilas a sus casa. Tiene 22 años, es manicura y cuenta que jamás hubiese pensado que pasaría de cuidar las manos de sus clientes a sus propias vidas. Un tapado cubre su muñeca, y es ahí donde esconde, sin que nadie pueda notarlo, una colorida cinta que lleva todo lo que podría necesitar usar frente a una situación límite.
Literalmente bajo la manga y en forma de llavero, tiene un gas pimienta de color rosa; un kubotán, el instrumento japonés que parece una especie de estaca; una alarma; un cortador de cintas y un amistoso gatito que en realidad es una manopla a medida que puede paralizar del golpe a un oponente.
Tamara nació en Lomas de Zamora y la inseguridad persigue a su familia desde antes que ella naciera. Después que entraron a robar a la casa familiar, su madre desarrolló un trastorno de estrés post traumático que la acompaña de por vida. “Me duele que mi mamá tenga tanto miedo de que no vuelva a casa, pero es una realidad