Simon Martin, de 47 años, conoció a Edna, de 87 años, en la salida de emergencia de un concierto y se enamoraron a primera vista. Sin embargo, ha tenido que hacer frente a los comentarios que dicen que él se quiere quedar con su herencia.
Aunque la gente acepte que no existe una edad definida cuando el amor toca la puerta, también hay quienes se extrañan cuando son testigos de parejas que tienen diferencias de edad demasiado grandes.
Eso es lo que ha tenido que vivir un matrimonio compuesto por Edna Martin, de 87 años, y su esposo Simon Martin, de 47 años, quienes se conocieron hace casi dos décadas y se enamoraron a primera vista.
Según información de Mirror, la pareja se conoció en la salida de emergencia de un concierto, cuando Edna le sostuvo la puerta a Simon y éste quedó embobado.
“Ella estaba parada allí con un lindo traje negro y abrió los brazos. Literalmente caímos en los brazos del otro“, comentó el hombre, quien en ese momento vivía con sus padres y nunca antes había tenido una novia.
Cuando se conocieron, Martin tenía alrededor de 30 años y Edna 70 años, aproximadamente. Al comienzo la relación de amistad que tuvieron a larga distancia fue pasando a un plano más romántico. Eso sí, ambos vivían a ciudades del Reino Unido que estaban a kilómetros de distancia.
Sus familias no tuvieron reparos en su relación, pero su contacto más complicado fue con los desconocidos y extraños, quienes los miraban con malos ojos. Muchos creían que Simon en realidad estaba con Edna por su dinero y su herencia.
“Nuestros amigos y conocidos siempre se han alegrado por nosotros, pero, por supuesto, simplemente ignoramos las miradas y los comentarios extraños“, dijo él.
A pesar de esa hostilidad de parte de su entorno, ambos decidieron que lo mejor era casarse. Las dos familias recibieron la noticia con mucha alegría. El matrimonio ha durado 17 años sin ningún problema.
Hace poco pudieron celebrar su aniversario en un restaurante de pescado y papas fritas, en donde intercambiaron regalos y fueron el centro de atención de la mayoría de los clientes que miraban atónitos y sin comprender la escena.