Las inundaciones repentinas provocadas por fuertes lluvias mataron a siete turistas iraquíes en el noreste de Irán el sábado, informaron medios estatales iraníes, lo último en aumento del número de víctimas a medida que los aguaceros continúan azotando al país.
La agencia oficial de noticias IRNA dijo que los turistas formaban parte de un grupo de 13 iraquíes que visitaban Irán. Viajaban en una camioneta abarrotada en una carretera cerca de la ciudad de Mashhad, a unos 900 kilómetros (560 millas), al norte de la capital, Teherán, cuando una inundación repentina arrasó con su automóvil.
Entre las víctimas mortales se encontraban cinco mujeres y el conductor iraní del grupo. Tres iraquíes estaban desaparecidos mientras los otros pasajeros lograron ponerse a salvo.
Alrededor de 2 millones de iraquíes visitan Irán cada año.
También el sábado, las autoridades iraníes elevaron a 61 el número de muertos por deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas que asolaron el país desde el jueves, mientras se recuperaban ocho cuerpos más. Dijo que al menos 32 personas siguen desaparecidas.
El presidente iraní, Ebrahim Raisi, visitó un centro de operaciones de rescate en una de las aldeas afectadas al noreste de Teherán y prometió más ayuda para el área.
Se temía que el número de muertos pudiera aumentar aún más a medida que se descubren más cuerpos a medida que disminuyen las lluvias. Miles han sido trasladados de áreas remotas a lugares más seguros.
El sábado pasado, inundaciones repentinas en la provincia de Fars, en el sur de Irán, asolada por la sequía, mataron al menos a 22 personas y afectaron a una docena de aldeas en la provincia. Las autoridades han advertido sobre fuertes lluvias y posibles inundaciones.
La tormenta de esta semana es la más mortífera entre los incidentes relacionados con la lluvia en Irán en la última década. En 2019, una inundación repentina mató al menos a 21 personas en la ciudad sureña de Shiraz, y dos años antes, una tormenta similar cobró 48 vidas en el noroeste de Irán.
Sin embargo, los deslizamientos de tierra en el norte de Irán en 2001 y en Teherán en 1987 mataron a 500 y 300 personas, respectivamente.
Las autoridades han atribuido el alto número de muertos a un desprecio generalizado de las medidas de seguridad por parte de las personas que se aventuran en las tormentas, mientras que los críticos citan la mala gestión en los proyectos de construcción, así como las advertencias tardías, como otras causas.

