En ocasiones suceden cosas tan sorprendentes como inexplicables. Lo más probable es que cuando un teléfono móvil cae al agua deje de funcionar. Sin embargo, cada vez crean más modelos que son resistentes, pero con una cierta profundidad y un tiempo máximo.
Por eso es tan increíble un hecho que ha sucedido en Cinderford (Inglaterra). A principios de junio, mientras Miguel Pacheco navegaba con su canoa por el río Wye, vio algo azul y extraño en el agua. Su curiosidad le hizo cogerlo. Descubrió que era un iPhone con mucho barro y agua, pero, aun así, se lo llevó a su casa para ver si funcionaba.
La sorpresa llegó cuando, tras secarlo con un compresor y permanecer una noche con ventilación, apareció el icono de carga al enchufarlo. “Por la mañana, cuando lo puse a cargar, simplemente no podía creerlo”, dijo Pacheco.
Al encenderse el móvil apareció una foto de un hombre y una mujer en el salvapantallas. La fecha que marcaba era el 13 de agosto, el día que el dueño lo perdió en el río. En el intento de encontrar a los dueños, Pacheco lo compartió en las redes, hasta que llegó a un amigo de la pareja.
El iPhone pertenecía a Owain Davies, un escocés que, en su momento, notó cómo se le caía del bolsillo trasero hace diez meses durante un accidente en el río. “Estaba en una canoa de dos personas y mi compañero probablemente no debería haberse puesto de pie, y no hace falta decir que nos caímos. El teléfono estaba en mi bolsillo trasero y tan pronto como estuvo en el agua me di cuenta de que no estaba”, confesó.
