Irpin pasó de ser un suburbio acomodado de Kiev a una ciudad fantasma en medio de la guerra en Ucrania. Una lluvia de misiles Grad dejó edificios de apartamentos y casas reducidas a escombros.
La mayoría de la población huyó desesperada en medio de los combates. Pero mucha gente se niega a abandonar sus hogares, aunque ya no quede mucho en pie.
Iryna Morozova levanta asustada las manos en señal de rendición cuando periodistas de la AFP se acercan, como si la estuvieran apuntando con una pistola.
Su casa quedó muy dañada y la de al lado está prácticamente destruida, aparentemente por el impacto de un misil. Pero esta mujer de 54 años dijo que no puede marcharse y fundamenta: “¿Quién alimentará a mis perros?”.
Iryna tiene las llaves de la casa de un vecino que se marchó de Irpin para escapar de la ofensiva rusa. Allí ahora viven encerrados cinco perros: tres cachorros, un Golden Retriever y un pastor alemán.
Uno de ellos muerde. Por eso “lo encerramos en la jaula. Cuando lo encontramos estaba asustado y temblaba”, contó. Los demás perros disponen de un jardín y juegan con los visitantes como si la guerra fuera algo ajeno.
”Duermen en la cocina. Juegan durante el día. ¿Cómo puedo dejarlos?” se preguntó la mujer.
Los pocos vecinos que quedan se ayudan los unos a los otros y llevan comida a los ancianos, pero a Iryna Morozova le preocupan las mascotas.
”Aquí no queda nada”, dijo frente a una casa en ruinas. “Ahora recogemos animales vagabundos y los alimentamos porque la gente los abandonó y se fue”.