La británica Tracey Williams ha pasado 25 años tratando de encontrar casi cinco millones de piezas de Lego perdidas en el mar. Lo que empezó como un pasatiempo con sus familiares en las playas cerca de su casa en el condado inglés de Devon se convirtió en una verdadera ‘caza del tesoro’ y todo un proyecto que Williams comenzó a documentar en redes sociales y finalmente dio origen a un libro que salió a la venta este febrero.
Con el título ‘A la deriva: la curiosa historia del Lego perdido en el mar’ (‘Adrift: The Curious Tale of the Lego Lost at Sea’), la obra relata en detalle la historia de la búsqueda de las pequeñas piezas de este juego, muchas de las cuales, «por un extraño capricho del destino», resultaron ser de temática marina.
Todo comenzó el 13 de febrero de 1997, cuando el buque de carga Tokio Express, que había partido desde Róterdam, Países Bajos, fue golpeado por una enorme ola a unos 37 kilómetros del cabo Land’s End, en el condado de Cornualles, en el suroeste de Inglaterra. El capitán del barco posteriormente describió lo sucedido como «un fenómeno que ocurre una vez en 100 años«.
El fortísimo oleaje tiró por la borda 62 contenedores, uno de los cuales transportaba 4.756.940 piezas de Lego. Desde aquel entonces, los bloques de plástico empezaron a aparecer en las playas inglesas de Cornualles y del vecino condado de Devon.
«Cuando mis hijos eran pequeños, buscarlos en la orilla cerca de nuestra casa en la costa sur de Devon se convirtió en el hito de cada escapada a la playa», escribe Williams en un artículo para The Daily Mail.
En el contenedor hundido de Lego había más de 50.000 tiburones y 33.941 figuritas de dragones negros y verdes, que pronto se hicieron uno de los ‘bienes’ más cotizados entre los niños locales, e incluso se rumoreaba que los vendían por 10 centavos. También se podía encontrar diminutos chalecos salvavidas de color amarillo, tanques de buceo, pulpos, algas marinas, aletas de buceo, pequeños fusiles de pesca submarina y algún bote salvavidas.
Las piezas de Lego siguen apareciendo en las playas británicas a día de hoy y han viajado incluso hasta la costa atlántica de Irlanda, donde a principios del año pasado encontraron un pequeño dragón, así como hasta el norte de Francia, Bélgica y Países Bajos, contó Williams.
Nadie sabe a ciencia cierta cuán lejos han podido llegar las pequeñas figuritas tras el accidente de 1997, pero en 2013 un pulpo negro de Lego emergió en la isla estadounidense de Galveston, en Texas, y también encontraron sables y aletas de buceo de Lego en una playa de Australia. En opinión de los oceanógrafos, también podrían pertenecer a aquel contenedor hundido del Tokio Express.