Simone Engels se sorprendió al ver una enorme estructura blanca que aparentemente flotaba en el agua y que de inmediato asoció con un iceberg. Sin embargo, resultó ser una ilusión óptica particularmente nítida, clara y durardera.
Simone Engels, una fotógrafa que se encontraba en una playa en la isla de Vancouver (Canadá) para fotografiar las montañas de la parte continental de la Columbia Británica, vislumbró a comienzos del mes un objeto inusual en el horizonte.
Se trataba de una estructura enorme, que aparentemente flotaba en el agua, y que ella de inmediato asoció con un iceberg y no dudó en fotografiar. «Cuando miré a través de la cámara, no podía creer lo que veía (…) Miré de nuevo y bajé la cámara; luego volví a observar y pensé que aquello era realmente extraño«, comentó Engels para el periódico Nanaimo Daily News.
La canadiense, no completamente convencida de lo que vio el pasado 9 de enero, compartió en línea las imágenes que capturó, con la intención de que alguien confirmara lo que pensaba haber visto o le diera una explicación lógica. Muchas personas coincidieron con ella, pero realmente se trataba de una ilusión óptica. «Lo que estamos viendo es un hermoso ejemplo de un espejismo superior«, aseguró Colin Goldblatt, profesor asociado de ciencias atmosféricas en la Universidad de Victoria.
Lo que Engels vio, aunque distorsionados, fueron los picos helados del monte Cheam, situados a unos 180 kilómetros de distancia y más allá del horizonte ante el que ella se encontraba. Normalmente, esas elevaciones son invisibles desde las costas de Vancouver.
Un espejismo superior es resultado de un fenómeno que no sucede muy a menudo, denominado inversión térmica, en el que el aire que corre por debajo de la línea de visión es más frío que el que se encuentra por encima de ella; algo opuesto al gradiente de temperatura normal de la atmósfera durante el día. Cuando los rayos de luz pasan por la inversión, se inclinan hacia abajo, por lo que la imagen aparece como el objeto verdadero.
«Debido a que el aire tiene diferentes temperaturas y, por tanto, diferentes densidades, refracta la luz y dobla las ondas de luz. El resultado fue que Engels pudo ver y fotografiar algo que en realidad no estaba allí», explicó Alexandra Blair, presidenta del Departamento de Matemáticas y Ciencias del colegio North Island College, de Vancouver.
Aunque la fotógrafa ya había presenciado otros espejismos en esa zona, nunca había sido testigo de nada tan sorprendentemente engañoso. Posiblemente las condiciones climáticas secas de esa tarde permitieron que fuese particularmente nítido, claro y duradero.