La Iglesia Católica conmemora cada 28 de diciembre la gran matanza que ordenó el rey de Judea, Herodes I el Grande, y que tuvo como objetivo todos los niños que hubieran nacido en Belén y fueran menores de dos años. Una masacre generalizada para intentar acabar con el recién nacido Mesías, y que es mencionada en el Evangelio de Mateo. Eso es lo que nos dice la tradición cristiana, pero lo cierto es que tan sólo se hace referencia a ese hecho en el Nuevo Testamento.
No existe ninguna otra fuente histórica que lo mencione, ni tan siquiera por parte del historiador judío Tito Flavio Josefo, que escribió sus obras apenas unas pocas décadas después de lo sucedido. En ningún momento menciona dicha matanza, aunque también es posible que de haber ocurrido esta no fuera de tan grandes proporciones como nos cuenta Mateo y que tal suceso no llegara nunca a oídos de Josefo.
Ocurriera o no, lo cierto es que esta historia hace referencia a un hecho macabro y es realmente curioso que a lo largo del tiempo su conmemoración se haya transformado en un día propicio para intentar gastar bromas a nuestros familiares y amigos y que incluso tiene su eco en la misma prensa diaria como un pequeño guiño hacia los lectores.
Esta conmemoración tiene mucho arraigo popular tanto en España como en varios países de Hispanoamérica, donde en muchos lugares también es costumbre no prestar nada a nadie durante ese día por temor a no recuperarlo nunca y que te digan la frase «inocente palomita que te dejaste engañar, sabiendo en este día nada se puede prestar».