Un equipo de científicos publicó recientemente en la revista Science Advances un estudio en el que aseguran que la cantidad de oxígeno en la atmósfera es menor que la que existía hace un millón de años, y que el principal responsable de este fenómeno sería el clima más frío.
«Sabemos que los niveles de oxígeno atmosférico comenzaron a disminuir levemente a finales del Pleistoceno, y parece que los glaciares podrían tener algo que ver con eso», dijo Yuzhen Yan, investigador de la Universidad de Rice (Texas, EE.UU.) y autor principal del estudio.
Yan y sus colegas analizaron burbujas atrapadas en antiguas plataformas de hielo antártico, y determinaron así que hace unos 2,7 millones de años comenzaron decenas de ciclos glaciares en los que los casquetes polares crecieron y se redujeron alternativamente. Primero cubrieron hasta un tercio del planeta y luego se retiraron hacia los polos.
Cada ciclo duró alrededor de 40.000 años, hasta hace aproximadamente un millón de años, cuando el oxígeno atmosférico comenzó a disminuir y los ciclos glaciales empezaron a durar alrededor de 100.000 años.
Los autores del estudio señalan que la biósfera no pudo ser la causa de la caída del nivel de oxígeno de los últimos miles de años. Esto se debe a que está equilibrada, y tanto plantas como animales extraen la misma cantidad de oxígeno que producen.
Los investigadores proponen otras posibles explicaciones y todas ellas se relacionan estrechamente con las glaciaciones.
En primer lugar, la temperatura del agua. Cuanto más fría está, mejor se disolverán en ella gases como el O2. No obstante, esta hipótesis carece de evidencia, ya que no existe una comprensión clara acerca del cambio en las temperaturas de los océanos a escala global durante los últimos millones de años.
Otra teoría es el afloramiento de rocas que contienen hierro y que quedaron expuestas por causa de las glaciaciones, dado que estas provocaron una caída del nivel del mar de hasta 100 metros. Cuando dichas rocas se encontraban bajo el agua se oxidaban a un ritmo mucho más lento, pero al entrar en contacto con cantidades mayores de oxígeno en la superficie, el proceso se aceleró.
Ese mismo principio se aplica a las rocas que contienen metal y que se hallan bajo los glaciares de las montañas. Si el hielo deja de cubrirlas, la oxidación se hace más rápida.
Yan concluye que esto, teóricamente, «podría explicar la magnitud de lo que se ha observado».