Guanajuato fue el estado que hizo dudar todo lo que conocemos sobre la historia del hombre en las diferentes épocas en las que vivió, pues un simple objeto de arcilla conjugó dos eras: era un hombre sentado sobre un dinosaurio. Este hallazgo fue hecho por Waldemar Julsrud en el año de 1944.
El alemán, aficionado a la arqueología, era parte de un grupo de extranjeros que llegaron a nuestro país y tras toparse con la figurilla se volvería famoso, pues se encontraba ante un hecho único. Sin embargo, quiso asegurarse de que todo marchara sobre ruedas y contrató a un ayudante, Odilón Trujillo, para encontrar más piezas y tener un sustento ante el gremio.
Fue así como puso manos a la obra y motivó a su «empleado» con pagarle la cantidad de 12 centavos de dólar por cada figura que localizara y entregara. Fue así como poco a poco le empezaron a llegar diversas figuras extrañas. Al final, su colección llegó a crecer hasta las 37 mil piezas, de acuerdo con México desconocido.
Se dio a conocer el hallazgo, pero no ocurrió lo que esperaba
A pesar de que se dio a conocer el hallazgo de las figuras extrañas, que retrataban escenas de hombres con dinosaurios, no fue suficiente para que la comunidad de arqueólogos nacionales y extranjeros acudieran a él para indagar más al respecto.
Pese a éste tropiezo decidió no quedarse de brazos cruzados y optó por dar a conocer su tesoro a través de dos publicaciones: un panfleto titulado «Enigmas del pasado» y en Los Angeles Times con «Hallazgos de México dan indicios de un mundo perdido», logrando acaparar la atención de propios y extraños.