El retorno del hijo pródigo. El 13 de junio de 2019 vimos por última vez a Klay Thompson disputar un partido de la NBA. Llevaba 30 puntos y 5 rebotes ante los Raptors, en el sexto partido de unas Finales que acabaron perdiendo los Warriors. Un punto y aparte en una dinastía que se quedó si ir a la burbuja en 2020 y sin playoffs, play-in mediante, en 2021. Ahora, todo parece esclarecerse tras un sufrimiento constante de un jugador que ha sido el sostén de uno de los mejores equipos de todos los tiempos. Primero, una rotura en el ligamentoo cruzado anterior de la rodilla izquierda; meses después, cuando parecía que su retorno a las pistas era más cercano que nunca, una lesión en el tendón de Aquiles. En total, más de dos años alejados de las pistas que van a tocar su fin, en principio, esta Navidad.
Así lo ha anunciado The Athletic, que ha revelado algo que se preveía: que Klay regresara antes de 2022. Todo parece indicar que el talentoso escolta volverá al equipo que le vio crecer y con el que firmó una extensión de contrato de 5 años y 190 millones de dólares antes de caer al fondo más hondo de su infierno particular. Con los Warriors, Klay ha conquistado 3 anillos y ha sumado 5 Finales de forma consecutiva, siendo el pilar básico en defensa y en ataque de una plantilla completa en la que se ha adaptado a la perfección. Un uno contra uno constante en una marca muy difícil de superar y una capacidad innata para jugar sin balón para uno de los mejores tiradores de todos los tiempos.
Y a todo esto, los Warriors están que se salen. Con 14-2, tienen el mejor récord de la competición, además de ser el mejor ataque y la segunda mejor defensa. Además, son primeros en porcentaje de tiros de campo, séptimos en porcentaje de triples y undécimos en porcentaje de tiros libres. Y segundos en rebotes, primeros en asistencias, segundos en robos… En definitiva. Una máquina de ganar partidos que recuerda al equipo que emergió en 2015 para cambiar el baloncesto e iniciar una etapa histórica, la de los triples y la revolución, los hombres altos que ejercen de bases y la fantasía constante en una forma de jugar liderada por un ídolo, una leyenda, una estrella. Stephen Curry, ese jugador absolutamente generacional que se ha tomado un descanso de dos años pero que vuelve a ser el de siempre, el que nunca se había ido y el que jamás hemos querido que se marchara.
