Los niveles de crisis alimentaria, producida principalmente por las sequías, han afectado a familias que han tenido que comer insectos y hojas de cactus.
Madagascar está a un paso de ser la primera «hambruna del cambio climático» en todo el planeta, donde la falta de comida se está dando en niveles «catastróficos» en sus habitantes, afirma un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el cual alerta sobre la inseguridad alimentaria tras cuatro años sin reportar lluvias en el país africano.
Las familias han tenido que buscar insectos para poder sobrevivir en medio de una sequía que es la peor registrada en cuatro décadas dentro del territorio malgache.
«Éstas son condiciones similares a las de una hambruna y están siendo impulsadas por el clima, no por los conflictos», dijo Shelley Thakral del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, según reporta BBC.
A esta situación se suma también un informe emitido en julio de este año, donde se reporta que medio millón de niños menores de cinco años sufrirán desnutrición aguda en el sur de Madagascar.
El dato surgió tras el reporte publicado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Unicef, donde se revela que el número de niños que sufren desnutrición aguda será cuatro veces mayor que en la anterior evaluación realizada en octubre de 2020, con «consecuencias irreversibles para su crecimiento y desarrollo». La misma ONU calcula que 30 mil habitantes de Madagascar están experimentando ahora el nivel más alto de inseguridad alimentaria reconocido a escala mundial, llegando al nivel cinco.
El tema no solamente se detiene ahí, esto porque la preocupación más grande está en lo que pueda pasar cuando los malgaches enfrenten la «temporada de escasez» de cosecha en los próximos meses, lo que podría generar un aumento en la hambruna aún mayor en el país africano. Cuando se reveló el mes pasado el informe que alertó sobre la desnutrición infantil, las agencias de la ONU consideraron que más de 1.14 millones de malgaches pasan algún nivel de hambre, en una zona tan grande como la de Bulgaria o Cuba, con 111 mil 200 kilómetros cuadrados.
«Lo que está ocurriendo en el sur de Madagascar es desgarrador, no podemos dar la espalda a estos niños», dijo en julio Moumini Ouedraogo, representante del PMA en Madagascar, y pidió «redoblar los esfuerzos» para recaudar los fondos necesarios. Ahora es Thakral quien asegura que «esto no tiene precedentes. Estas personas no han hecho nada para contribuir al cambio climático. No queman combustibles fósiles … y, sin embargo, están soportando la peor parte del cambio climático».
El 17 de agosto de este año la organización sin ánimo de lucro Water Witness publicó un estudio titulado ¿Cómo de justa es la huella de la moda en el agua?, donde consideró la actividad de este sector que está causando graves problemas de acceso al agua y de contaminación fluvial en las zonas de África, donde toma a Madagascar como uno de los países afectados por esa industria, junto con Etiopía, Lesoto, Mauricio y Tanzania.
En zonas como la remota aldea de Fandiova, ubicada en el distrito de Amboasary, las familias han mostrado a las agencias de la ONU unos recipientes chicos donde hay pequeñas langostas que están prácticamente secas. «Mis hijos y yo hemos estado comiendo esto todos los días durante ocho meses porque no tenemos nada más para comer y no hay lluvia que nos permita cosechar lo que hemos sembrado», dijo Tamaira, madre de cuatro hijos, quien además afirma que no hay agua para limpiar sus alimentos.
Bole, otra madre que tiene tres hijos, dijo que su esposo murió recientemente porque no tenía para comer, lo mismo que un vecino, quien dejó dos pequeños. «Hoy no tenemos absolutamente nada para comer excepto hojas de cactus», dijo la mujer. La región más afectada, en torno a Ambovombe-Androy, donde la desnutrición aguda global ha alcanzado el 27 por ciento, «corre el riesgo de sufrir una hambruna si no se toman medidas urgentes», advirtió el comunicado, añadiendo que la crisis se ha visto agravada por «las débiles estructuras sanitarias y el limitado acceso al agua». Ante esta situación, los expertos han insistido en los cambios de hábitos en la gente. Esperan que estos hechos generen conciencia también en las autoridades, así como el manejo a las políticas que beneficien al planeta y no a unos pocos.