A pesar de ser una de las estrellas del béisbol de las grandes ligas de Estados Unidos, el hondureño Mauricio Dubón, demuestra que sigue siendo el cipote que creció en un barrio de San Pedro Sula.
Humilde como muy pocos deportistas hondureños que destacan en el extranjero, Dubón no puede ocultar su emoción cada vez que observa una bandera hondureña en los estadios donde juega y sin dudarlo, se acerca a saludar a sus paisanos.
En su último encuentro con los Gigantes de San Francisco, un grupo de catrachos se acercaró a saludar al beisbolista, y además de fotos y videos, se fueron con entradas y la gorra que usó en el encuentro.
«Mauricio», gritó una mujer desde la tribuna cuando observó a los jugadores de los Gigantes que se dirigían a los camerinos.
El hondureño al escuchar su nombre, se fue directamente a las gradas, se acercó sonriente, estrechó su mano y con confianza saludó: «¡Qué pedos!».
«Grande», «sos grande», «qué lindo», expresaron los compatriotas cuando Dubón llegó a hablar con ellos. Los compatriotas además le agradecieron por las entradas que les obsequió.
Posteriormente, una compatriota le pidió la gorra y él sin pensarlo acercó su cabeza para que la dama la tomara. «Gracias», dijo contenta la dama.