Ya han pasado 12 años desde que un grupo de soldados irrumpió de madrugada en la residencia del entonces presidente de Honduras, José Manuel Zelaya Rosales, y lo sacó a la fuerza del gobierno y del país.
Este 28 de junio se cumple un nuevo aniversario del fatídico día, en que se concretó el golpe de Estado a Zelaya Rosales, quien fue expulsado a Costa Rica, provocando un doloroso retroceso para la democracia y un estallido de convulsión social en Honduras.
Durante su gobierno, «Mel» Zelaya, quien inició su mandato en enero de 2006, se adhirió a la iniciativa Petrocaribe, a la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA); apoyó a Cuba y al gobierno del entonces presidente de Bolivia, Evo Morales.
Asimismo, propuso una consulta no vinculante para preguntarle a la población si aceptaba que en las elecciones de noviembre de 2009 se le consultase si estaba o no de acuerdo con una Asamblea Nacional Constituyente, elementos que causaron el golpe de Estado en su contra.
De acuerdo con analistas, desde el golpe contra Zelaya, Honduras se encuentra divida social y políticamente.
En ese entonces, como ahora, el olor de llantas quemadas, pólvora y bombas lacrimógenas, así como las constantes movilizaciones en contra de un gobierno que muchos denunciaban como ilegítimo, terminaron convirtiéndose en parte de la vida cotidiana de muchos hondureños.
Y ahora, como entonces, el expresidente Zelaya sigue siendo uno de los principales protagonistas de las protestas, aunque estas hoy tienen como blanco al gobierno de Juan Orlando Hernández y no a la administración interina de Roberto Micheletti.
La crisis social se han agudizado con la pandemia de la Covid-19, enfermedad que ya deja casi 3 mil muertos y más de 262 mil contagios desde marzo de 2020, cuando se comenzó a expandir la pandemia.