Mientras miles de personas acuden a diario a los centros de salud y puntos de vacunación habilitados en toda España, los trabajadores sanitarios se despliegan por todo el país para llevar las vacunas a algunos de los más vulnerables ante el coronavirus.
Los servicios sociales consideran que más de un millón de españoles necesitan ayuda para poder alimentarse y cuidarse. Algunos están recluidos en sus casas y no pueden acudir a los puntos de vacunación cuando les llega el turno.
En este tipo de situaciones son los trabajadores de la salud quienes les llevan el fármaco a casa, como ocurre en la isla de Mallorca.
Pilar Rodríguez es una de las tres enfermeras de la localidad de Sa Pobla, en el interior de la isla, que administra las vacunas allí y en las aldeas cercanas.
En sus rondas a pie por la zona, recibe la cálida bienvenida de los mayores, muchos de ellos incapaces de levantarse de su silla o de la cama. Hasta ahora, señala Rodríguez, ella y sus compañeras han vacunado a más de 70 personas en sus domicilios en la zona. Todas ellas recibieron la desarrollada por Pfizer y BioNTech, la más utilizada en la campaña española.
Rodríguez y sus colegas llevan las vacunas en neveras portátiles hasta la primera casa de su recorrido diario, donde preparan las inyecciones. Desde allí, van a pie a las demás viviendas para evitar que cualquier sacudida en el auto pueda dañar el fármaco.
“Llueve o truene, las vacunas deben llegar a las casas”, señaló Rodríguez.
España se ha fijado el objetivo de inmunizar al 70% de su población adulta, unos 33 millones de personas, para finales de agosto. Tras las demoras por los problemas de suministro, el ritmo de vacunación se ha acelerado y al menos 13 millones de personas han recibido ya una dosis.
La prioridad del gobierno son los ancianos y los más vulnerables, y el 95% de los mayores de 80 años están ya totalmente inmunizados.
