Mientras taladraba en el techo de la Galería Sarjeant, en la ciudad de Whanganui (isla Norte de Nueva Zelanda), como parte de las labores para reforzar la sede de esa reconocida institución consagrada al arte, un trabajador halló una cápsula de tiempo y logró así develar una incógnita de más de 100 años, reporta 1News.
Richard Awa dio con el hallazgo al ver su taladro caer por un hueco en donde solo debía haber hormigón. El obrero metió una mano en el agujero, pensando que se trataría de remover escombros. Sin embargo, lo que encontró fue más bien un tesoro, ya que se trataba de una improvisada cápsula del tiempo. Después se supo que el objeto fue dejado allí en 1918, cuando John Cornfoot Brodie, capataz de las obras, dirigió la construcción de la galería.
El artefacto encerraba fotos, una tarjeta postal del hijo de Brodie –que luchaba en uno de los frentes de la Primera Guerra Mundial en aquel entonces– y periódicos locales, entre un total de 17 piezas.
Justicia restablecida
Sin embargo, lo que más atrajo la atención fue una carta escrita por el mismo Brodie, en la que reveló quién fue el verdadero diseñador de la galería. Así, el autor de la misiva desacredita a Edmund Anscombe, de quien dice que reclamó el crédito por el diseño del edificio, aunque nunca fue suyo.
Según dejó dicho, Anscombe se aprovechó de una situación fortuita y, después que su subordinado Donald Hosie, el verdadero arquitecto, se fuese a luchar en Francia, consiguió que su nombre quedara grabado en la primera piedra. «Un joven asesinado en Francia debería tener todo el honor», escribió Brodie. Aunque muchos en la ciudad estaban al tanto de la injusticia, la verdad solo pudo comprobarse más de un siglo después.
El material encontrado en la cápsula de tiempo se expondrá en la Galería Sarjeant. Entre tanto, la administración del edificio busca a los descendientes de Brodie para informarles sobre el hallazgo y la justicia restablecida.
