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Con clases presenciales y playas llenas, Israel disfruta de su regreso a la normalidad

Israel está de fiesta como si fuera 2019. Ahora que la mayoría de los adultos están vacunados contra el coronavirus y van cayendo las restricciones -incluida la obligatoriedad del barbijo en exteriores, que fue levantada esta semana-los felices israelíes van retomando esas rutinas que debieron interrumpir hace más de un año, y nos permiten entrever lo que el futuro puede depararles a otros países.

Los restaurantes están que explotan, afuera y adentro. Los recitalesbares hoteles están abiertos a quien presente su certificado de vacunaciónY las aulas están funcionando a su capacidad previa al Covid-19.

La cifra de nuevos contagios se derrumbó -de un pico de casi 10.000 casos diarios a los actuales 140-, y el número de internados graves en algunos hospitales se cuenta con una mano. La guardia de emergencia Covid-19 del Centro Médico Sheba, cerca de Tel Aviv, es nuevamente una playa de estacionamiento, como solía serlo, y las salas de espera de pronto están repletas de pacientes sin Covid-19, que concurren para ponerse al día con otros tratamientos médicos demorados por la pandemia.

“Esta vez la sensación es que se fue definitivamente”, dice Sarah Goldstain, de 24 años, mirando al cielo y a cara descubierta frente al Mamilla Mall, un shopping de Jerusalén. “Puedo respirar y sentir el sol en la cara”.

Las autoridades sanitarias de Israel se ocupan de recalcar que la pandemia no terminó. Los contagios siguen arrasando en otros países del mundo, incluidos los vecinos territorios palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza. Las variantes del virus, además, parecen ser más resistentes a las vacunas y hay que vigilar muy de cerca su evolución.

Pero hasta los epidemiólogos más prudentes dicen que Israel puede respirar más tranquilo y que en el país se está viendo lo que se verá en los países que puedan seguir vacunando. Con casi el 90% de todos los adultos mayores de 50 años vacunados con las dos dosis, los expertos dicen que ahora las unidades de terapia intensiva no corren ningún riesgo de colapsar, como casi ocurrió al principio de la pandemia.

“Tenemos que estar alertas”, dice Hagai Levine, epidemiólogo de la Universidad Hebrea-Hadassah y reciente director de la Asociación de Médicos Sanitaristas de Israel. “Siempre es posible que surjan focos de contagio en escuelas (los chicos no son vacunados), pero es sumamente improbable que eso provoque una crisis de salud pública.”

Y los israelíes están desatados. Volvió la hora pico, y en los restaurantes que hasta hace una semana solo funcionaban con delivery hay que reservar mesa con anticipación. “El primer día que abrimos se llenó”, dice David Aboucaya, de origen francés y propietario del restaurante Par Derriere, en la zona de Jaffa de Tel Aviv. “La gente sale a bailar, va a la playa, ¡es increíble!”.

Sentado en una playa de Tel Aviv tomando cerveza con un amigo, Tuziriel Arviv empezó a “desprogramar” la extraña memoria muscular adquirida obligadamente durante la pandemia. “Habíamos incorporado un montón de hábitos”, dice Arviv. “Había que controlarse todo el tiempo: ¿Tengo el barbijo? ¿Ya me lavé las manos? Por suerte ahora podemos olvidarnos de todo eso”.

Arviv es soldado, tiene 19 años, y dice que el año pasado, durante una de las tres cuarentenas nacionales que tuvo Israel, le hicieron una multa de 150 dólares por violar las restricciones a los viajes. “Estábamos encerrados en casa y no pude más. Fui demorando el pago de la multa y al final la cancelaron, así que todo bien”.

Emocionada hasta las lágrimas, Shlomit Dagan, de 52 años, espera en el lobby del Teatro Cameri para ver la primera obra de teatro en meses, una función vespertina titulada Un genio en una jaulaFeliz de poder romper con el distanciamiento social, Dagan no puede evitar abrazar a los demás espectadores. “Un año sin poder tomar aire” dice, reflexionando sobre el cierre de teatros y galerías de arte por la pandemia.

Israel ofrece una lección de paciencia para otros países que esperan ansiosamente que sus cifras de Covid empiecen a ceder. Hace apenas dos meses, incluso mientras los israelíes se vacunaban a toda velocidad, el número de contagios se negaba obstinadamente a bajar.

Pero de repente, una medición clave, el “ritmo reproductivo” —que muestra a cuántas personas contagiará cada persona infectada—, comenzó a disminuir. Ese “número R” se mantuvo bajo incluso cuando los centros comerciales, restaurantes y escuelas empezaron a reabrir.

“Estábamos vacunando rápidamente a la población y, al mismo tiempo, teníamos que atender a un gran número de casos nuevos todos los días”, dice el ministro de Salud israelí, Yuli Edelstein. “Y luego, de repente, hubo un punto de quiebre”.

Israel lleva inoculadas casi diez millones de dosis del régimen de vacuna bidosis de Pfizer, que alcanzó 4,98 millones de personas, es decir el 55% de su población total. Otros 400.000 israelíes han recibido una sola dosis. Si a eso se suman los enfermos recuperados, más del 60% de los residentes israelíes tienen actualmente algún nivel de anticuerpos protectores. El virus se está quedando sin cuerpos vulnerables para infectar.

Edelstein jamás dirá que Israel ha alcanzado el codiciado nivel de “inmunidad colectiva”, pero algunos científicos dicen que eso es precisamente lo que explica la dramática caída de los contagios no solo entre los vacunados, sino también entre los millones de jóvenes que aún no son elegibles para recibir una vacuna.

“El umbral de la inmunidad colectiva está muy cerca”, dijo Yoram Weiss, director del Centro Médico de la Universidad Hadassah, Jerusalén. Su hospital está desmantelando las cuatro salas que acondicionó de emergencia para casos de Covid, un operativo que consumía alrededor de una quinta parte de sus recursos médicos y de enfermería. En enero, esas unidades alojaban a más de 150 pacientes con Covid. Esta semana, eran apenas seis. “Lo que estamos viendo ahora es una explosión de otros pacientes, todos los que antes tenían miedo de venir al hospital”, dice Weiss.

Pero incluso después de reabrir su economía, Israel sigue sin suministrarles dosis a gran escala a los cinco millones de palestinos que viven en Cisjordania y la Franja de Gaza, ocupadas por Israel desde 1967.

Vacunación

“En este momento no tenemos vacunas. Ya aplicamos todas las que teníamos”, dice Edelstein. El ministro agrega que Israel proporcionó vacunas para los trabajadores de la salud palestinos, y que su Ministerio había vacunado a casi 130.000 palestinos que trabajan en Israel.

Israel lleva inoculadas casi diez millones de dosis del régimen de vacuna bidosis de Pfizer, que alcanzó 4,98 millones de personas, es decir el 55% de su población total. Otros 400.000 israelíes han recibido una sola dosis. Si a eso se suman los enfermos recuperados, más del 60% de los residentes israelíes tienen actualmente algún nivel de anticuerpos protectores. El virus se está quedando sin cuerpos vulnerables para infectar.

Edelstein jamás dirá que Israel ha alcanzado el codiciado nivel de “inmunidad colectiva”, pero algunos científicos dicen que eso es precisamente lo que explica la dramática caída de los contagios no solo entre los vacunados, sino también entre los millones de jóvenes que aún no son elegibles para recibir una vacuna.

“El umbral de la inmunidad colectiva está muy cerca”, dijo Yoram Weiss, director del Centro Médico de la Universidad Hadassah, Jerusalén. Su hospital está desmantelando las cuatro salas que acondicionó de emergencia para casos de Covid, un operativo que consumía alrededor de una quinta parte de sus recursos médicos y de enfermería. En enero, esas unidades alojaban a más de 150 pacientes con Covid. Esta semana, eran apenas seis. “Lo que estamos viendo ahora es una explosión de otros pacientes, todos los que antes tenían miedo de venir al hospital”, dice Weiss.

Pero incluso después de reabrir su economía, Israel sigue sin suministrarles dosis a gran escala a los cinco millones de palestinos que viven en Cisjordania y la Franja de Gaza, ocupadas por Israel desde 1967.

Vacunación

“En este momento no tenemos vacunas. Ya aplicamos todas las que teníamos”, dice Edelstein. El ministro agrega que Israel proporcionó vacunas para los trabajadores de la salud palestinos, y que su Ministerio había vacunado a casi 130.000 palestinos que trabajan en Israel.



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